De esta salimos mejores ¡Seguro!

Aún estamos saliendo de una época muy triste. Parece que el nuevo impulso del turismo y la
hostelería tapan y nos hacen olvidar a todas las personas que nos dejaron en estos últimos
años, por este maldito virus.
No solo las personas que ya no están, sino todos los que han sufrido, y siguen sufriendo por
esta pandemia, desde personas con secuelas a gente con síntomas crónicos que el sistema
olvida. Fantasmas entre burocracia y noticias de pasada.
Esta es tal vez la primera falta de solidaridad. Olvidar aquellos que padecen o siguen
padeciendo por la enfermedad. El virus ya no existe, no sale en los medios y no queda lugar
para los que aún sufren. Para los que aún se contagian, acaban ingresados o peor aún acaban
falleciendo. Ya no importan.
Veníamos mamando de la teta del individualismo desde hace varias décadas, del egoísmo
alienado, de “lo mío pa mi”, y si el otro es pobre es porque quiere y no emprende. Del
mientras yo esté bien, lo demás me importa bien poco.
Al contrario de lo que cabría esperar, esta crisis y grave pandemia sanitaria no ha sacado lo
mejor de nadie. No hemos salido ni más fuertes, ni mejores, ni más solidarios, ni siquiera con
un mínimo debate interior en busca de sentido común. No ha insuflado nuevos aires de
responsabilidad, solidaridad o fraternidad en una sociedad inyectada de premisas neoliberales
e individualistas. La pandemia no ha traído absolutamente nada positivo, ni siquiera al
pensamiento crítico de la mayoría de personas.

Adiós mascarillas

Llego el ansiado día, nos quitamos las mascarillas, y no solo en exteriores sino en edificios
cerrados, discotecas, cines, pubs, comercios…Creo que el que no se haya enterado de que este
virus es un virus de interiores, o es un estúpido o ignora las informaciones científicas.
Entiendo que el virus ha ido mutando, perdiendo virulencia. Y entiendo que las vacunas
ayudaron a esto. Entiendo que ya no se colapsen hospitales y que la sanidad respire sin picos
de estrés cada dos meses por una nueva ola. Se entiende también el recorte de restricciones
en base a ratios de ocupación y gravedad.
Pero aquí es donde viene la cuestión principal del artículo. A pesar de que yo sea joven, sepa
que la cosa ya no esta tan mal, que van a tener sitio para mí en un hospital y que el virus esta
tan mermado que probablemente sea solo un par de días de fiebre, ¿Por qué a la mayoría no
se le ocurre pensar en los demás? ¿Dónde está la solidaridad, el de “esta salimos mejores”?
Es decir, a día de hoy te contagias de COVID y ya no hay bajas, no hay cuarentenas. Te dicen,
ponte la mascarilla y vete a tu puesto de trabajo. Imagínese usted ir a su puesto de trabajo,
con mascarilla y COVID, pero claro, usted va al baño, usted come, y usted se quita la mascarilla
para beber, fumar o simplemente descansar (También los hay los egoístas supinos que
directamente irán sin mascarilla aun siendo positivos). Está claro que si le contagia usted el
virus a sus compañeros de trabajo (menores de 60 años su mayoría) ellos no van a terminar en
la uci, y si lo hacen hay sitio para atenderlos y salvarles la vida.
Pero qué pasa si esas personas que potencialmente pueden ser infectadas van a su casa,
infectan a sus parejas, hijos, amigos, … ¿y si el virus llega finalmente a un abuelo? ¿O a una
persona mayor con patologías? ¿Qué sucede entonces?

¿Daño colateral?,¿Las cosas son así, que se va hacer?

Pues quizás esta es la explicación de por qué siguen muriendo casi 100 personas al día en
España por causa directa del COVID. Y enfermando miles a la semana. (todo ello hay que
recordar que contando estadísticamente solo personas de más de 60 años)
Y es crudo decirlo, pero es porque se asume que tiene que ser así para mantener el ritmo de
vida de antes y sin mascarillas, para volver a reactivar a toda máquina el turismo, hostelería,
empresas, finanzas…y sobre todo porque no se quiere parar la maquinaria capitalista.
Y no hablamos de parar, volver a confinarnos, cerrar negocios, no. Simplemente hablamos de
tener mascarilla en espacios cerrados y controlar los enfermos de COVID para que no
propague el virus. Nada más.
El estado no regula nada en cuanto a COVID se refiere, y nos lo deja en nuestras manos. Te
quieres poner la mascarilla o quitártela…allá tú. Tienes COVID y quieres ir de compras, a una
discoteca o trabajar y sin mascarilla…allá tú. Allá tú porque no me importa ya que hay mucho
sitio en los hospitales y los que mueren son solo un dato residual, fácilmente manejable y
opaco en los medios.
Si alguien esperaba que entre la gente de este buen país reinase la solidaridad y sentido
común, es simplemente un iluso. La gente ya tiene veredicto: la pandemia y mascarillas se
acabó, y los que enferman grave o muere son solo viejos que les quedaban dos telediarios. “Yo
no me voy a joder y agobiar con una mascarilla cuando voy al mercadona, ¡no jodas! ¡Y más si
no es obligatoria!…que es que a mí la mascarilla me agobia un monton”
Yo mantengo la mascarilla en espacio cerrados, no se mis compañeros si tienen abuelos
delicados, no sé si en sus círculos el virus podría llegarle a alguien y afectarle gravemente, y
con llevar una simple mascarilla quirúrgica sé que puedo ahorrar mucho sufrimiento y salvar
alguna vida. Esta aptitud, esta reflexión somos muy pocos los que la hacemos, porque somos
muy pocos los que estamos en espacios cerrados con mascarilla, y por eso siguen muriendo
cientos y enfermando miles (todos mayores de 60 años).

Esto tiene dos lecturas

La primera, es que no estamos terminando de dominar al virus, no estamos terminando de
exterminarlo, de controlarlo. Volvemos a tener una oportunidad de oro, de saber que el virus
esta en horas bajas y los hospitales desahogados. Quizás si todos mantuviésemos ciertas
medidas mínimas, los cientos y miles, fuesen solo unas decenas.
La segunda, el virus y la pandemia esta en horas bajas en cuanto a virulencia. Pero no estamos
terminando con él, seguirnos sin atacarlo. Y lo segundo que puede pasar es que, tras un verano
muy fiestero y guay (con muy buenos datos para la hostelería y el turismo), llegue un otoño
frio y los virus estacionales peguen otro subidón.
Sera aquí cuando descubramos si el COVID se fue para siempre o se va a implantar como un
virus estacional, con un pico importante de contagios y hospitalizados en Otoño
(especialmente mes de noviembre y diciembre)
¿Volveremos a ver todos los días la incidencia, los casos, los porcentajes de ucis ocupadas y
volverá a ser noticia?

Es difícil vaticinarlo. A día de hoy nos espera una época de calor, donde los encuentros entre
personas suelen ser al aire libre y los trabajos de oficina están medio vacíos por las vacaciones
(y no hablar de colegios y universidades que cierran). Es decir, el pronóstico es bueno en
principio. Me preocupa cuando vuelva el frio, y la vida se vuelva hacer en interiores, trabajos,
colegios, reuniones, fiestas…

Conclusión

No me gusta ser pesimista, pero creo que aún no hemos ganado esta guerra. Aún está
muriendo gente, aún sufren otros tantos y aún no está visto que esto vaya a tener un final
cerrado como otras pandemias que se erradicaron por completo.
Creo que, en vista de lo expuesto en este humilde artículo, todos deberíamos reflexionar.
Sabemos que es un virus de interiores, y sabemos que poniéndonos la mascarilla frenamos su
propagación. Si hacemos unos mínimos (aunque no nos los exijan las autoridades)
probablemente mitiguemos el impacto de nuevas olas, e incluso estemos ayudando a una
futura erradicación de la enfermedad.
Nos está faltando esa pizquita de solidaridad con el próximo. Está claro que, si eres joven,
vacunado y sin patologías el COVID no te va a matar ni hacer daño… ¿Pero y a los demás, y si lo
tienes, y lo propagas, y llega a alguien vulnerable? Solo tenemos que hacer esta reflexión y nos daremos cuenta del tipo de personas que somos, de si todo esto ha servido para algo, o solo ha sido un evento más que compartir en redes y aplaudir desde balcones.

Leave a Comment

Your email address will not be published.

*