El nuevo contrato social

Lo primero que diré es que no quiero dármelas de elocuente, de pedante, de listillo, no voy a hacer un análisis de la obra de Jean-Jacques Rousseau, pero sí que me gustaría hacer una ligera analogía sobre varios conceptos expuestos en esta obra de 1762 y que a día de hoy se han olvidado.

Quizás pecaré de simplista, o reduccionista al hablar del contrato social, quizás no sea el término adecuado. Intentaré explicar y exponer lo que a día de hoy, en la sociedad actual, podríamos considerar el contrato no verbal que cada individuo adquiere si quiere vivir en conformidad a la leyes, la legalidad y ser partícipes de una sociedad, de una ciudad, comunidad, país, llámalo como quieras.

¿Qué nos dice la sociedad?

Nos dice: estudia, fórmate, y encuentra un trabajo (entre todo esto no dejes de consumir). Nos dice también que debes cumplir ciertas leyes, seguir ciertas normas de conducta, ciertos cauces legales, trámites y pasos comunes para casi todos. Llegados a un punto nos dice que debemos trabajar, ser productivos y contribuir (impuestos) y nos dice que debemos mantener una vida dentro de unos cauces (suele ser la Constitución la que los marca) y convivir pacíficamente y siguiendo una serie de reglas, las que marcan el devenir de la sociedad en la que vivamos.

Es decir, la gran mayoría seguimos los pasos que nos dictan. Nos formamos hasta un punto (ya sea por situación, interés o posición) y luego nos ponemos a trabajar, pagar impuestos y vivir en sociedad acorde a un conjunto de leyes, normas y deberes. Esto seria la primera parte de este nuevo contrato social.

¿Qué nos tiene que devolver la sociedad en este contrato social?

Lo primero y más básico: tener un lugar donde vivir. Y aquí viene el primer paradigma del moderno contrato social. En nuestro país esta parte no se suele cumplir. La gente se tiene que emparejar forzosamente para acceder a una hipoteca, o un alquiler, y no sólo eso, sino que se tiene que endeudar durante décadas, y muchas veces ni siquiera para la casa que quieren o necesitan.

No hablemos de si es una sola persona la que quiere acceder a un piso, y no un zulo señores, hablamos de acceso a vivienda, en una zona que nos guste, unas características acordes a nuestra familia (número de habitaciones, baños, metros cuadrados acorde a nuestras necesidades). Esto no se cumple. Esta segunda parte de ese contrato implícito que no se está cumpliendo, casi nadie tiene la vivienda que desea (y menos aún a un precio o valor razonable, o que no nos arruine, endeude de por vida, o que pueda suponer un drama mayor si algún día no podemos pagar).

Segundo y no menos importante: servicios sociales, y aquí vamos a englobar sanidad, educación, ayudas sociales… No es posible que si yo cumplo la primera parte de mi contrato social, trabajo, cumplo y no delinco, y me tienen que operar, tarden año y medio en darme la primera cita, o que se pueda llegar a vivir en sitios que no tienen médicos (sobre todo en entornos rurales) o no tienen pediatras suficientes (como en Madrid).

La educación, o la falta de ella, que fuese de acceso libre, es otra parte del contrato que no se cumple. Las ayudas tampoco se destinan a los que más necesitan, y por supuesto que la riqueza de todo el país no está supeditada al interés común, sino al privado, violando así un punto clave de nuestro contrato social y Constitución actual.

¿Qué pasa entonces?

Pasa que por parte de gobiernos e instituciones se está incumpliendo el contrato social, no están velando por que se cumpla (y debería ser su función más primaria), ya que la gran mayoría de gente sí cumple su parte de deberes, pero no obtiene la parte que debería ser recíproca de la sociedad y el estado, sus derechos. No se garantiza aquello que dice la Constitución (es lo más parecido a día de hoy a un contrato social entre instituciones y pueblo) y no se cumple porque se mezclan intereses económicos, privados, bancarios y de influencias de terceros. No se cumplen por el libre mercado, aupado por el liberalismo económico más salvaje que irrumpe para arrasar con todo, incluyendo este contrato social, y seamos honestos, tampoco se cumple porque se deja que no se cumpla.

¿Cómo?, ¿Cómo que no se cumple porque se deja?

La Constitución a veces ha sido bandera y estandarte sagrado para asuntos de gran calado, como por ejemplo el tema territorial. Y otras veces se ha modificado con suma facilidad, como cuando se cambió para permitir heredar el trono de España a una mujer, o supeditar el interés del rescate bancario al interés general de la nación. Es decir, sí se puede usar para defender según que cosas, y sí se puede amoldar para ciertos intereses. Es decir, sí es flexible, sólo falta voluntad para según qué tema.

Para todos estos casos mencionados con anterioridad se movilizaron medios, fuerzas políticas, y gran cantidad de población se manifestó y apoyó estas medidas. La verdadera pregunta es ¿por qué no sucede lo mismo al incumplirse este contrato social en temas de tal importancia para el individuo como los que aquí hablamos? vivienda, sanidad, educación, coberturas sociales…¿Dónde queda la aplicación con dureza de la Constitución?, ¿O amoldarse a los intereses del ciudadano?

“Oiga usted, yo me levanto a las 6 de la mañana, trabajo 40 horas semanales, mi mujer igual, pago impuestos, llevo al día mi declaración y cuentas, y no tengo ni una maldita multa de aparcamiento, pero no puedo comprarme una casa nueva para mí y mi familia, que acabo de tener otro crío, ¡dónde está el acceso garantizado a vivienda? ¡Porque yo sí cumplo mi parte del contrato social!”

“Oiga usted, acabé mi carrera, me incorporé al mercado laboral, llevo trabajando diez años y no tengo vivienda, encima a mi madre la tienen que operar de urgencia y nos dan para dentro de un año, y mi hermana (que estudió y trabajó más de diez años en el país) no encuentra empleo, se le acabó el paro y se ha tenido que ir a otro país, ¿Dónde está lo que dice la Constitución y sus garantías?”

Puedo seguir poniendo muchos “Oiga Usted” y la pregunta sigue en el aire, ¿por qué los muchos afectados permiten que se incumpla este contrato, que para otras cosas es sagrado, y que para otras cosas incluso defendieron?. ¿Lo permiten consciente e inconscientemente?. Lo permiten votando a gobiernos que han olvidado todo ésto (muchos políticos incluso desconocen o no entienden el concepto de contrato social), lo permiten dejándose embaucar por una sociedad de consumo que nos arroja varias comodidades con las cuales nos conformamos y olvidamos esa parte del contrato que debería cumplirse. Muchos lo olvidan por ignorancia, o por el bombardeo mediático. Otros miles ni lo conocen.

Sea como sea, me cuesta entender cómo esa gran masa de gente que cumple su parte y no recibe lo oportuno, no protesta o sale a la calle con tanta fuerza como lo hicieron para temas de índole parecida o menor.

Me tengo que remitir a la balanza de siempre como única explicación: medios de comunicación y educación. No se educa gente librepensadora, no se educa gente con principios y moral, desde la educación y los medios no se promueven estos valores. Y los mass media nos atontan con programas de mierda y noticias manipuladas. El resultado es, que esa parte tan importante de ese contrato implícito al vivir en sociedad se olvidó (la otra parte, la de nuestras obligaciones no, y ojo como no las cumplas), y quedamos un poco más a la deriva e indefensos, más atontados con los medios, y para colmo, el sistema y los medios nos arrojan a la cara siempre la misma mierda dogmática: si eres pobre es porque te lo mereces y no te esfuerzas. Emprende puto loser.Cada uno tiene lo que se merece. Trabajar es salud, es lo que hay, no se puede cambiar nada…” y un largo etcétera que hemos ido comprando e interiorizando gracias a la poderosa balanza de medios y educación.

El día, si es que llega, que la gran masa trabajadora entienda que les están negando principios básicos, arderán las calles, les llamarán violentos, terroristas y antisistema, cuando precisamente lo que estarán reclamando es la justicia del contrato social que se les negó muy sutilmente poco a poco hasta arrebatárselo del todo.

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