Seguimos con la informática Peste, amigos. Hoy vengo a hablaros de cómo poco a poco, en el mundo de oficina se está dejando de ser pragmáticos, directos, resolutivos, y se está dando paso a una burrocracia que no hace más que enfangar todo, y hacer que cosas sencillas se conviertan en auténticos calvarios de trámites a terceros, permisos a cuartos y solicitudes a quintos. Y por supuesto, si te lías la culpa es tuya: “que estaba todo claro en un PDF que hay colgado en algún lugar remoto de la intranet…búscalo“.
Ya de por sí, lo normal en el mundo IT de este país es que te sientes en tu puesto de trabajo, contratado por Everwild SA, y que esta empresucha trabaje para el cliente del Banco Minglanilla Alegre. Es decir, en el mejor de los casos, tienes que dar reporte mensual a dos entes. Y digo en el mejor de los casos, porque a veces y por desgracia, hay sub, de sub, de sub, y ya no sabes ni a quién tienes que mandarle el puto parte mensual, y no hablemos cuando tienes que solicitar vacaciones a Marina D`or o pedir un permiso para ir al médico a que te revisen el esfínter.
Pero vamos mas allá, directos a la Burrocracia
Vamos a entrar un nivel más del inframundo de la oficina del mundo de IT. Hoy en día se ha vuelto muy molón y cool, meter herramientas muy chulas por todos los lados (Confluences, ServiceNow, PeopleSoft, Redmine, Kanbans, ControlM, Silke, testeadores, cualquier sistema de App de gestión que tenga muchos colorines….) y desgranar en mil y una capas cada actividad empresarial. Está claro que así, hay más puestos de jefecillos, más departamentos, más gente intermedia que no hace nada, y sobre todo, más excusas para montar reuniones guays (¡Conseguido! la empresa ha crecido un 893%). Pero lo cierto es que meter y meter capas sólo genera una cosa: absurda e interminable burocracia cuando tienes que hacer el más tonto de los trámites.
Me explico: tienes un maldito Script que es un puto insert. Un puto insert. Uno solo. Una línea: “insert into my_balls(one,two) values (1,2);”
Antiguamente, se trabajaba con tres entornos: desarrollo (como su nombre indica para desarrollar código), preproducción (un entorno para probar lo desarrollado, y que debería ser casi casi una copia de pro), y producción (entorno final donde se sube todo lo desarrollado y probado, y trabaja el usuario). Tanto para desarrollo como para pre, tenías manga ancha para desarrollar, probar, hacer set de datos para test….eso sí, para pro, solía pasar todo por un administrador o jefecillo (normalmente el analista funcional u orgánico) y no había nada que no se desplegase en este entorno sin su consentimiento, supervisión y aprobación.
Bien, ahora eso no mola. Algún lumbreras, con un máster en cancamusa machacada decidió meter 3 entornos más ó 4, ó 5, los que dijeran en su máster. Los que le apetezca, porque van a crear servidores nuevos subcontratados, y quiere tener entornos duplicados, o vete tú a saber, o quiere que cada entorno se corresponda con una serie de releases, de versiones de subidas antiguas. Antes el código se guardaba en un repositorio, pero el mismo lumbreras visionario decidió que era más versátil y dinámico (y porque le dijeron que en Silicon Valley curran así) implementar ramas y ramas, de trunk de trunk para versionar cada cambio y subir en paquetes las mejoras dinámicas sin numerar, o qué sé yo.
Brillante. Hemos pasado de tener un trunk, con branches, a tener un árbol de ramas que nadie controla ni entiende, y hemos pasado de tener tres entornos, a 26. Bienvenidos a la magia de la Burrocracia.
Con lo cual, ese maldito script de una línea, ya no te vale con desarrollarlo, probarlo y subirlo. Ahora tienes que romperte las pelotas para ver cómo meterlo por los 26 recodos del laberinto del burócrata, a ver cómo está cada release, cómo les afecta, quién tiene pillado qué, a qué jefecillo consultar, y a cuántos compañeros molestar.
Pero aquí no acaba la broma, no. Resulta, agárrate amigo, que en un entorno tienes permisos de inserción, pero en el resto de los 26 no, si quieres ejecutar el script tienes que crear peticiones a través de varias plataformas, para que un tercero, que ni sabes quién es, ejecute el script. Así que lo que antes era hacer un camino directo, ahora se vuelve un calvario de peticiones, de entornos, y de desencuentros con terceros.
El script viaja de aquí para allá, algunas peticiones bien, otras te las tiran para atrás por “falta de información”, no indicaste uno de los 8934 campos que solicitaban y era critiquísimo, otras “estas poniendo mal la petición al grupo que no es“. Y lo triste viene cuando tú, puto loser programador inocente e ignorante preguntas: “¿y a qué grupo?” y absolutamente nadie, ninguna persona, sabe cómo hacerlo, a quién apuntar o cómo proceder. Nadie.
Porque ese es otro mal endémico de la burrocracia, que casi nunca nadie sabe muy bien cómo hacer las cosas, siempre hay que preguntar a otro, y a otro, y a otro, y a veces te das cuenta de que nadie realmente sabe cómo hacer los trámites, eres tú el primer loser en la empresa que va hacer algo similar. Así que a tu trilero se le ocurre que de paso hagas un documento Word chulo y con colorines de los 78437 pasos que has tenido que hacer para ejecutar el script en pro y apuntes todas las personas involucradas.
Pero el gran golpe final, viene a la hora de pasar el script a producción. Para lanzar una maldita línea de código, deben intervenir diez personas, y usar al menos tres portales para ir promocionando dicha subida. Todo ello más reuniones, videollamadas, y medio millón de correos electrónicos que te bloquearán el puto Outlook.
En este punto te das cuenta de que la informática se ha podrido un poco más. De que la burocracia ha llegado para quedarse y hacerte la vida un poco más difícil y farragosa. De pronto te ves a ti hace diez años, haciendo un mega script con insert, updates, modificaciones en paquetes, funciones, índices, claves foráneas…de todo, y probándolo como un campeón en desarrollo, testeándolo en pre y hablando con tu jefe para pedir el pase a pro, y clavando el despliegue. Olvídate, eso ya murió, todo eso, que era fácil, limpio, sencillo, se ha convertido en una barbarie entre departamentos, solicitudes, portales webs (con doble autenticación revocable cada mes), y pseudojefecillos que no saben ni de lo que estoy hablando pero andan por ahí dando por culo preocupados por la ejecución del “Eggggcri eze de un inzer“.
Actualmente trabajo en una sola aplicación, que tiene cinco versiones distintas al vuelo, y 28 esquemas de base de datos (distribuidos en 7 base de datos). Para hacer cualquier trámite, deben intervenir tres portales web y unas 10-15 personas. Empresa líder en su sector por supuesto, y aquí viene un problema, confunden burocracia, departamentos y trámites con ser punteros, versátiles y dinámicos, y son dos términos que por narices se llevan mal.
Yo no sé qué pollas enseñan en los máster de dirección, pero esto es una puta mierda. Esto no es “versátil”, no es “dinámico”, no es “cool” ni es “funcional”, es convertir la construcción de una caseta de jardín para herramientas, en un proyecto para levantar el Empire State 2. ¿Os imagináis al típico jubilado que se compra la caseta de metal del Leroy Merlín para poner en su patio y guardar los rastrillos y regaderas, y se le va de las manos y contrata para su instalación a Calatrava, quince delineantes, cinco jefes de obra y veinte peones, y pide planos, alzados, prototipos, dos excavadoras, una tuneladora y que metan ciento veinte metros de zanja para los cimientos de la caseta de metal?. ¿Absurdo verdad?
Pues eso es justamente lo que está sucediendo en el mundo IT.
La burrocracia, promovida desde las altas esferas y las mentes más brillantes de los más prestigiosísimos máster nos está convirtiendo en un chiste, uno malo, como los de Joaquín o Bertín, y que te hace muy poca gracia, sobre todo si eres tú la víctima de esta Burrocracia. También puede ser que me haga viejo, y como decía Karina, “buscando en el baúl de los recuerdos, cualquier tiempo pasado nos parece mejor”.