¿Y ahora qué?

Su horario laboral es de nueve de la mañana a nueve de la noche (oficialmente es a las siete, pero esas horitas son regaladas), al llegar a casa se ducha y mientras cena unas lonchas de jamón york enciende su portátil del curro. El es un hombre de empresa, eso es lo que le dijeron a pesar de ser un becario que paso a ser indefinido por un sueldo de dieciocho mil euros anuales, el cual se ha mantenido dos años y medio. Desde su portátil de empresa comienza a contestar mails y revisar código del proyecto, “no es nada, nah, por ir avanzando” piensa mientras le dan las doce de la noche “por ir avanzando”. Se siente sumamente importante, aun desconoce cuan engañado esta. Su calculadora del explotado roza lo grotesco, pero él es feliz, su instinto de engañado le dicta que todo ese esfuerzo gratuito algún día le reportara algo, confía ciegamente en aquello que le dicen los accionistas y jefazos de la empresa; “todo esfuerzo obtiene recompensa”. Olvida que la vida no es un peli de Disney.

Sueña con ser el presidente de la empresa algún día por que se esta esforzando mucho, y es un hombre que se ha hecho a sí mismo, seguro que para sus jefes no pasa desapercibido tal esfuerzo. Nada más lejos de la realidad; se acuesta en torno a las doce, y se levanta a las siete para intentar evitar ese atasco interminable y llegar a tiempo a la oficina. No se libra del atasco, ni de la bronca por llegar tarde y esa es la rutina todos los días, uno tras otro. El fin de semana dedica algunas “horillas” a revisar documentos y contestar incidencias. No tiene novia, no tiene hobbies, no sale tanto con sus amigos como a él le gustaría, dejo de practicar aquel deporte que tanto le apasionaba,  no tiene tiempo casi ni para sacudírsela cuando mea. Solo una cosa en su vida; trabajo, trabajo y mas trabajo.

Y entonces…

Un día le despiden, o cambia de trabajo, poned el ejemplo que queráis, la cosa es que sale del Proyecto Peste. ¿Que hay después de un Proyecto Peste? Todo su esfuerzo fue en vano, regalado y no valió para nada. Cansado de trabajar a destajo de estar años y años con el mismo sueldo y aumentando sus responsabilidades, todo eso para al final un; gracias y hasta pronto.

Encuentra un nuevo trabajo que a pesar de no ser perfecto dista mucho de su antiguo puesto, el nuevo trabajo no es un campo de algodoneros y la empresa es algo más seria. Cumple con su nuevo horario, de ocho a seis,  y sale a su hora y de pronto algo no cuadra; todo el mundo realmente se va a su hora a casa, el proyecto no tiene tanta presión, las cosas se planifican de otra manera, las personas incluso parecen coherentes y no tarados mentales que parecen sacados de la película “un día de furia”, la gente saluda y sonríe, respetan sus horarios de comida y desayuno, incluso en las reuniones no acaban con insultos y gritos. Aquello es como otro mundo.

De repente cuando llega a su casa se pregunta ¿qué hacer con tanto tiempo de repente?. No tiene nada que hacer en casa, no hay tareas que revisar ni correos que mandar, su curro realmente se ajusta a 40 horas semanales, esta completamente descolocado después de tantos años sometido. Quizás buscara un curso para mejorar sus habilidades, quizás intente recuperar amistades, buscar la mujer de su vida, volver apuntarse aquel deporte, leer o ver tantas series pendientes…o quizás podría echar un vistazo al funcional del proyecto nuevo mientras cena, “por ir avanzando”. Y al final sin saber por qué se decanta por esta última opción.

Su mente esta jodida, es como un paciente sometido a un fuerte electro shock. La explotación masiva es también como un jodementes masivo. Una vez que sales, sales lobotomizado, con ideas cambiadas y no sabes qué hacer con tantísimo tiempo libre. De pronto tras años y años sometido a horarios infernales, “horillas” y guardias en fines de semana, vacaciones restringidas, abusos de poder, responsabilidades por encima de su rango, reuniones infernales (todo por un sueldo de mierda), y de pronto ver que hay otro modo de vida, y es cuando sufre el síndrome de Estocolmo.

El quiere trabajar mas, dar mas, ser importante, el trabajo es lo primero, en su vida todo se define por el trabajo, y el puesto de trabajo. Son tantos años, tantos días y semanas sometido a esa presión masoquista, que sucede como el jubilado que no puede dormir mas allá de las ocho de la mañana, ya no puede hacer otra cosa, está acostumbrado, le han moldeado a un estilo de vida que le han hecho creer que es el  único e irreconciliable modo.

Esta pequeña historia basada en un hecho real, de alguien que tras cuatro años en los que paso de ser becario, a junior, y trabajo y trabajo, regalo incluso días de vacaciones, incluso en los pocos días de vacaciones restringidos que tenía le obligaban a llevarse el pc y trabajar desde casa. Y con la ilusa idea de que todo aquel esfuerzo algún día seria recompensado.

Fue tragando, dando más, regalando mas y mas, casi sin importarle. De pronto un trabajo nuevo y todo era extraño, el necesitaba más caña, mas marrones, currar hasta altas horas de la mañana y regalar su tiempo libre. Lo echaba en falta.

No os dejéis engañar, eso no es vida, y no es un trabajo normal. Hay que evitar el síndrome de Estocolmo y que nos vendan o quieran meter con forceps que lo normal es regalar tu tiempo, implicarte más allá de tu rango, implicarte como si la empresa fuese tuya. Somos simples trabajadores asalariados, tú me pagas yo hago, nada más, no hay mas vinculo, no debería haberlo.

Evitad que el trabajo se convierta en la piedra angular de vuestra vida, al fin y al cabo son solo trabajos, medios para conseguir dinero y que (como todo)  algún día se acaban, no van a ser eternos, y  tras regalar nuestro tiempo, esfuerzo y dedicación,  si un proyecto o empresa termina preguntaros; ¿y después de todo que nos queda a nosotros?

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