La Clase Mierda

Antonio trabaja de técnico informático en una cárnica ubicada en la capital. Pese a ser hijo de trabajadores y familia humilde le mola el rollo de ir a trabajar en traje y en un edificio emblemático de la ciudad. Farda con sus colegas de curro (algunos de los cuales sí vienen de buena familia y con herencia) sobre sus nuevos zapatos italianos y lo que se gastó el finde pasado en las Rozas Village. No es jefe de nadie, ni tampoco tiene un sueldo importante, de hecho, tiene un contrato por obra y servicio que van renovando de año en año.

Antonio se siente “clase media”, él no es un pobre de mierda que vive debajo de un puente, tampoco un miembro de la casa real ni multimillonario, así que según tiene entendido es clase media. Como tal, defiende una serie de premisas inculcadas por una pésima educación y unos medios saboteados por el poder. Seré claro: Antonio es un cuñado de campeonato, creado a base de ignorancia y miedo, que se cree a salvo de todos los males porque es “clase media” y desconoce la verdad….y sobre todo, lo cerca que está del abismo.

Un compañero de trabajo cierto día comenta: “pues oye, lo que dice la CEOE de reducir el paro y la prestación, yo creo que es buena medida, eso incentiva a que la gente busque algo rápido, así no andan mucho tiempo haciendo el vago”, Antonio asiente y está de acuerdo: “estoy de acuerdo, así no hay vagos ni perro flautas que viven de papá estado, que se busquen un trabajo, coño, o ¡que emprendan, hostias!, no les vamos a pagar por nada ¿o no?”. Todos ríen.

Otro día, uno de sus conocidos alardea hinchando el pecho: “He contratado un nuevo seguro privado de la leche con cobertura para mí y mi puta madre…es que la sanidad está hecha una mierda”. No es que la sanidad esté hecha una mierda, es que los gobiernos no apuestan por la sanidad pública y están hundiéndola poco a poco para justificar su futura privatización. Antonio, que es clase media y nunca va a necesitar la sanidad pública, dice: “yo también me lo hice hace ya hace tiempo, me cubre a mí, a mis hijos, a mi mujer y hasta al perro, lástima que no cubra lo del blanqueamiento anal que me quiero hacer”. Todos vuelven a reír en la oficina. Los demás comentan que los recortes en sanidad son necesarios para salvar la economía, todos están de acuerdo en que no se puede hacer de otra manera, es el único camino. La televisión les ha dicho que son “clase media”, los problemas de salud, las ambulancias que tardan horas, las colas de espera, goteras en hospitales, desabastecimiento…todo eso es para los pobres de mierda, ellos van al seguro privado que les atiende rápido.

Un día tomando café aparece una noticia en la tele, una mujer llorando porque le han negado ayudas a la dependencia. La siguiente noticia habla del rescate millonario del estado a una empresa privada con problemas económicos. Antonio que es clase media lo ve tan lejos que ni le importa. A él no le puede pasar nada parecido, ¡por Dios!, él es clase media. Con sus mil doscientos euros está más cerca de Amancio Ortega que del pobre al que casi pisa todas las mañanas al salir del metro.

Al día siguiente en el desayuno, alguien leyendo el periódico comenta eso de: “Las pensiones se van al garete, y encima no se pueden jubilar hasta los setenta ya…bueno yo tengo mi plan de pensiones y en esta empresa prejubilan pronto y bien, así que hacen bien en recortar por aquí, hay que salvar a la banca, lo dice la tele, si no todo se va al garete”. Antonio asiente, él también es clase media, él también tiene un plan de pensiones privado y aunque es un trabajador defiende los intereses de los multimillonarios.

Un nuevo día en la oficina alguien comenta: “lo vagos y maleantes que son los estudiantes de hoy en día! la que estaban montando! menuda huelga por los recortes en la universidad, que estudien más que es lo que tienen que hacer cagüento”. A Antonio que tiene dos hijos y es clase media no le preocupa la noticia, de hecho, piensa igual. Mucho protestar y dar por culo estos perroflautas. Sus hijos van a un colegio privado y al año que viene empezarán la universidad, pero no hay problema, podrá pedir un crédito a una magnífica entidad bancaria rescatada y se lo darán porque tiene nómina y es clase media.

Otro día en una tertulia de amigos: “el problema es que la gente ha vivido por encima de sus posibilidades, se han comprado de todo, y muchos se han pasado y ahora pues normal que les desahucien, es lo suyo, si no pagas nada, a la puta calle, se lo tienen merecido”. Antonio que es clase media asiente y está convencido de ésto. Es un mensaje muy repetitivo e incrustado en la ciudadanía.

Un día en una cena familiar alguien (un cuñao): “Pues oye, a mí que las empresas puedan despedir más barato me parece buena medida, coincido con la CEOE, eso facilitará que contraten más, así les dará menos cosa despedir y habrá menos paro…eso dicen los expertos”. A pesar de que se ha demostrado que eso no funciona y que al único que beneficia es al empresario y nunca al trabajador, cientos de trabajadores cuñados apoyan esta tesis. Antonio asiente para terminar diciendo: “Eso es, sí señor, así se facilita más al empresario crear trabajo, porque son los empresarios los que crean riqueza”. Los trabajadores no crean nada no, no imputan, no trabajan y no producen. Me gustaría ver qué empresa sin empleados y trabajadores genera riqueza.

La putada de todo ésto es que un día la empresa despide a Antonio, y justo ha estallado una nueva burbuja de esas tan chulas que se crean entre bancos, bolsa, empresas y políticos. De estas que te piensas que no te puede pasar nada malo, de: “Anda, anda, como van a hacer eso o quitarnos aquéllo, no hombre, como van a suprimir este derecho o aquel, que va, eso está controlado y nosotros a salvo, somos clase media” y zas: nueva crisis. Total, que Antonio va al paro pero claro…la prestación ha sido recortada y le queda una miseria, y encima el tiempo de paro también lo han reducido: “claro, para que se dé prisa en buscar algo rápido”. Lo jodido es que los especuladores han reventado el mercado laboral y no hay ni para reponedor del mercadona, por mucha prisa y mucho que busque. Aparte, como se aprobaron esas reformas tan chulas del PPSOEC´s y la CEOE, las que le comentó su “cuñao” y que tan buenas parecían, pues resulta que le ha quedado una mierda de finiquito que no le da ni para pipas y sin indemnización.

Apenado Antonio sale del paro con tan mala suerte que le atropella un Hummer Limusina machacando su pierna en mil pedazos. También es mala suerte que por su despido y falta de liquidez tuvo que cancelar su seguro privado médico, así que tiene que esperar a que una ambulancia de la sanidad pública le atienda y le lleve al hospital. Ésta tarda más de cuatro horas y encima cuando llegan al hospital éste está vacío, sucio y casi sin recursos ni personal debido a los recortes. Tras una larga cola de espera, y un pésimo tratamiento, el resultado final: gangrena y amputación de la pierna. Con mejor sanidad pública se podría haber evitado, pero claro, era más importante rescatar empresas y banca privada.

El pobre Antonio pide cita para intentar al menos que le den una ayuda por discapacidad o dependencia. Pero si ya había pocas o inexistentes, con la nueva crisis no te dan ni número para atenderte, así que Antonio se vuelve a su casa con los bolsillos vacíos. Y eso que era de los que pensaba: “si damos ayudas a todos en este país no trabaja ni Dios”.

Pasan los meses, el paro se acaba, no hay trabajo y los pocos ahorros que tenía (hacía meses parecían una fortuna) se han ido esfumando. Sus hijos lloran cuando su padre les comenta que no hay pasta para pagarles las carreras en una “uni” privada de Massachusetts, que lo siente pero tendrán que ir a la pública. El verdadero problema viene cuando incluso ve que no puede pagar la universidad “pública”. Sus hijos se quedan sin poder estudiar, así que les tocará “emprender” como buena clase media en algún muelle de descarga o recogiendo aceitunas.

Antonio que ya tiene unos cuantos años tiene la esperanza de poder jubilarse aunque sea desde el paro, y cuando va a iniciar los trámites resulta que no puede, han subido la edad de jubilación hasta los 75 (otro acuerdo del gobierno, de esos impensables), y encima la prestación por jubilación ha sido recortada hasta un mínimo vergonzoso. Apenas tiene para comer, y en invierno la única calefacción que puede poner en su casa son mantas usadas compradas en el rastrillo.

Pasan los meses y el bueno de Antonio recibe una carta por impagos. Luego otra, y otra más, y un día llama a su puerta la policía (la de proteger y servir) para echarles por la fuerza de su casa. Antonio llora desesperado. Cómo le ha podido pasar eso a él, si él es clase media! Incluso votó a gobiernos que promovieron esos recortes y ese sistema económico-social, él creía en el sistema y el sistema le ha traicionado.

El problema es que la clase media no existe. Nos han metido en la cabeza que con 1000 euros eres clase media y claro, si ganas 1200 cómo vas a votar a la izquierda, si ya estás casi a la altura de Amancio. Dices: “soy clase media” y te sientes bien, no eres un ricachón pero tampoco eres un pobre, mola ser “clase media”, da seguridad. La expresión clase media no ha hecho más que confundir a la verdadera clase trabajadora, creando cierta ruptura y desubicación dentro de ésta.

Gente que necesita trabajar y tener nómina para poder vivir en esta sociedad, y que acaban pensando como gente adinerada, incluso defendiendo y velando por los intereses de esos poderosos y ricos. Los trabajadores, todos, absolutamente todos, pertenecen a esa clase que necesita trabajar si quiere vivir en sociedad con unas condiciones mínimas. Los habrá con mejores nóminas, o con peores, en el paro o marginados fuera de la sociedad… Los habrá con mejores puestos, o peores, con mejores condiciones laborales o convenios. Pero todos somos “trabajodependientes”, ya que sin nómina y sin un gobierno que garantice y vele por los derechos públicos estamos vendidos.

Usando mil triquiñuelas, entre ellas lo de “la clase media” nos han conseguido confundir, hacer que cientos de trabajadores, y trabajadores pobres piensen que este es el mejor y único sistema válido. Veo a gente en situación precaria, o que sin saberlo están al borde de la precariedad, y aún así defender todo ésto: “no se puede hacer eso porque las empresas no harían lo otro”, “si metes pasta en eso, se pierden inversores”, “la banca sufriría si se adopta no sé qué medida” ¡por Dios! currantes pensando y velando por los intereses privados, de las empresas y las bolsas! Sueño erótico de cualquier capitalista hecho realidad. Casualmente ves que están defendiendo los intereses de otra clase a la que no pertenecen. De hecho, defienden intereses que van en su contra. Pero no lo saben…hasta que les toca, claro.

Esta historia es una exageración inventada (aunque se me pone la piel de gallina al pensar que perfectamente puede haber sido un caso real), pero es para explicar que toda persona que tiene trabajo depende de él, y los gobiernos, empresas y élites financieras jamás le van a garantizar nada, nunca van a velar por nosotros o nuestros intereses, es más, confabulan por hacerlos más precarios, con menos garantías y derechos. Aún así la clase media nos creemos que no nos va a tocar nunca, hasta que nos toca. Despreciamos a nuestros semejantes trabajadores con problemas, porque claro, no nos ha tocado todavía y el individualismo galopante que han sembrado está enquistado en nuestro hipotálamo, nos hace pensar que todos esos problemas son de pobres, de otra clase, de la clase baja…ojo, nosotros somos media.

Lo que digo, es que nunca sabes hasta qué punto se puede torcer la cosa, o mejor dicho: hasta qué punto pueden especular y joder la economía, y a la gente trabajadora de un país entero. Por eso hay que votar con cabeza, y no a la clase dominante que te está quitando y destrozando tus derechos, y gobernando en pos de los intereses de las élites, no de los trabajadores. Cuando un trabajador y un banquero votan al mismo partido, uno de los dos se equivoca, y no suele ser el multimillonario. Y eso que te cuentan de que “eres clase media” es una patraña, ni media, ni alta ni baja. No os dejéis engañar ni os liéis, es muy fácil: están ellos, banqueros, multinacionales, realeza, accionistas, oligarcas, grandes corporaciones, empresarios, políticos, iglesia, la bolsa,  los poderosos y acaudalados que deciden el rumbo de la economía y la sociedad, y que se mueven en pos de los intereses privados, económicos y propios, los suyos, los que consiguen a base de explotar trabajadores y destruir su mundo laboral y derechos….y al otro lado estamos nosotros, que somos todos lo mismo y no somos lo que nos han vendido de la “clase mierda”, somos trabajadores, empleados, operarios, jornaleros, obreros, currantes….somos sólo clase trabajadora y más vale que velemos por nuestros intereses, porque nadie más lo va a hacer.

 

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