Al salir de la reunión Lorena se encontraba contrariada. Tanto peloteo para nada. Pero oye, era analista funcional y hacía años que no picaba código, además era (mejor dicho ostentaba el cargo de…) medio jefecilla gracias a sus ligoteos con Fer, y quizás como todos los buenos jefecillos, se libraba de pringar y comerse aquel marrón. Tenía un cargo muy cómodo, poca responsabilidad, poco curro y mucha francachela. Era casi la tónica general de su vida.
Casada y con dos hijos, fue de las pocas chicas que a principios de los noventa rondaban por la facultad de informática, algo meritorio sin duda. Pero nunca destacó por sus habilidades informáticas ni por su inteligencia. Aunque empezó a trabajar de programadora, al ver su falta de talento, casi siempre acababa desplazada a tareas de análisis, documentación o testeo de aplicaciones (Como diría Fer: Testing Software Engineer). En los peores casos apenas duraba meses en las empresas (confirmed by Linkedin).
Era de ese grupo de personas que abundan en el mundo TIC. Cuando alguien es bueno programando, le ponen a programar sin más, a destajo y sin parar. Cuando alguien es mediocre y/o no sabe hacer nada, le ponen a dirigir y controlar, a hacer documentos, Excel y ojear el trabajo de los demás. Lorena era del segundo grupo.
Hacía tiempo que no podría (no sabría) meter ni una sola línea de código en ningún tipo de lenguaje, es más: caminar y masticar chicle al mismo tiempo ya le suponía un reto severo. Aun así había entrado al proyecto con la aureola de “gran recurso valioso”, sobre todo para la libido de Fer. Supuestamente sus labores eran el Análisis Funcional y la Calidad de software, resumiendo: hacer documentos Word inventados, “sin sentido ni pies ni cabeza”, y probar las aplicaciones que hacen otros, cosa que también hacía “sin sentido ni pies ni cabeza”.
Tras la reunión en la que Fer les comunicó que no tendrían jornada de verano, Lorena se encontraba sentada en su puesto de trabajo, debía aparentar que trabajaba así que abrió un Word y comenzó a hacer como si leyera y entendiera algo. Fer pasó a su lado de vuelta de los servicios y le dedicó una mirada cómplice. Lorena se la devolvió. El bonito momento quedó interrumpido cuando Álvaro llegó al escritorio de Lorena.
– Ya está el proceso de carga de Base de datos, lo puedes probar cuando quieras.
Ese era uno de los problemas de Lorena, y por los cuales no subía un peldaño más en la escala hacia puestos similares a los de Fer. Ella no sabía ocultar tan bien como otros su ignorancia e ineptitud.
– Pues te metes al PL/SQL o al TOAD, ejecutas el proceso, compruebas las tablas de log y que los ficheros XML estén bien hechos en la carpeta de exportación FTP.
– Es que yo de PL no sé, de XML tampoco ¿y las tablas cuáles son?
– ¿Cómo? – Álvaro, que era un navarro de pelo alborotado y espontáneo, no daba crédito. Ellos (funcionales chupiguais) habían diseñado la aplicación, el modelo de datos, la estructura funcional y la arquitectura…. y en serio.. ¿la funcional/tester no sabía dónde y cómo hacer las pruebas?
– Además no tengo acceso al FTP. – Añadió Lorena.
– No sé, deberías pedírselo a sistemas o hablar con Fer y que te den acceso, no sé. – Lorena miró a Fer de soslayo. A pesar de que tenía cierto flirteo (el cual era sólo un jugueteo de miradas e insinuación con fines laborales), Fer le causaba más bien repelús, ya que siempre andaba toqueteándose las narices y a veces parecía un culo inquieto, como si se cagase continuamente.
– No no no, tú mira, mejor lo hacemos así…. mándame un listado con las selects sobre las tablas, mándame un manual sobre cómo hacer la prueba, y dime sólo qué botón tengo que pulsar. Cuando estén los XML los compruebas y me completas el Excel que hice de de las pruebas ¿vale?- “Joder qué gran profesional soy, me merezco los 40mil que me pagan al año, soy la hostia de profesional” pensó Lorena. Álvaro sin embargo se quedó aún más sorprendido; no sólo había desarrollado todo el código, sino que ahora el trabajo de Lorena que era probarlo, se lo estaba encasquetando a él. “Entonces si yo hago el código, y me encargo de hacer las pruebas porque tú no sabes….”¿para qué estás tú aquí?” es lo que le hubiese gustado contestar.
– Si me pongo a hacer las pruebas no voy a poder avanzar con la siguiente tarea – Contestó al final Álvaro, obviando añadir “pedazo de inútil” al final de la frase.
– Tú no te preocupes que probar pruebo yo.
– Si tengo que hacer los script, el proceso, el manual de pruebas, comprobar los ficheros, las tablas de log y completar el Excel….eso lleva tiempo y… –
– Yo interpreto las pruebas, y tu haz las “cosas” técnicas. – Es decir, hazlo tú todo y yo ya si eso miro por encima los Excel para ver si las pruebas están todas en OK y en verde y le digo a los demás jefes que he completado “el análisis funcional estructural de las pruebas” y quedo de puta madre.
– Como quieras, pero me va a llevar tiempo – Álvaro estaba cansado de ese sin sentido de conversación. Recogió su cuaderno y volvió a su sitio.
Lorena por su parte se quedó satisfecha. Ella pensaba que era “tope” eficiente en sus labores y que gracias a sus pruebas y documentos Word de fantasía la empresa llegaría lejos. El resto del día se dedicó a esperar que Álvaro hiciera las pruebas. Un par de veces Fer le preguntó cómo iban el proceso y las pruebas a lo que Lorena respondía con cierto desdén “estoy bloqueada, no puedo avanzar hasta que Álvaro no me cree los “stage”, nada…aquí esperando “. Así que lenta y perezosamente llegó la tarde en las oficinas de “Explota consulting SL.” . Fue entonces cuando Fer la invitó a tomar un café en el “office”. Lorena accedió sin más, pero no le apetecía una mierda tener que tontear durante un rato con Fer.
– Pues te quería preguntar qué tal te viene el miércoles ir a implantar el proceso a cliente. – Desveló Fer al final el verdadero motivo de aquella pseudo reunión.
– El miércoles….- Lorena hizo como que pensaba, poniendo los ojos en blanco, imaginando su ajetreada agenda, la cual como de costumbre, estaba vacía.
– Si no puedes lo podemos pasar al jueves – Y Fer le guiñó un ojo y dedicó una sonrisa de complicidad. Lorena no prestó atención a ningún gesto, estaba evaluando sus posibilidades. No tenía ni zorra de cómo iba aquello, qué tendría que hacer, qué mirar, cómo mirar, cómo organizarlo. Definitivamente no quería ir, ella estaba más a gusto mirando sus documentos Word “sin sentido ni pies ni cabeza”.
– No, bueno, el miércoles vale, lo único que podría venir conmigo Álvaro….para dar soporte, una pequeña ayuda, yo me encargaré de todo.- Mejor dicho, él lo hará todo y yo me llevaré el mérito.
– Imposible, está a “full” con el “matching” de “dataware”. – Fer se rascó el tabique nasal, comenzaba a despertar nuevamente su tic.
– Bueno, si no hay más remedio iré yo sola, pero por favor que estén atentos al móvil y todo, por si necesito algún cable- “Vaya marrón, de ésta me pillan” pensó Lorena.
– Tranquila, tú vales mucho, seguro que no te hace falta ningún cable. Pruébalo bien todo de aquí al miercoles y todo irá bien, confío en ti – Fer no pudo reprimir una mirada carnal que la recorrió de arriba abajo.
– Gracias por tu confianza – Y Lorena le posó su brazo en el hombro. Casi al mismo tiempo el recto de Fer comenzó a dilatarse.
El “coffee time” acabó y volvieron, entre risas y chascarrillos, cada uno a su puesto de trabajo. Aquel lunes terminó así, sin más. Los empleados salieron a su hora, Mendoza los vio a todos irse mientras la vena de su cuello se hinchaba y marcaba cada vez más, cargado de rabia y odio. ¡¿Cómo era posible aquella desfachatez?! ¡Sus empleados saliendo a su hora! Fer, tras una nueva visita al baño, escribió y solicitó audiencia a primera hora del martes con Mendoza, tendría que trasladar las quejas de sus empleados tras la reunión por la jornada de verano, Marcelo había contactado ya con varios sindicatos y foros de abogados laboralistas, estaba dispuesto a dar guerra, y para Lorena comenzó la cuenta atrás hacia un nuevo desafío. Evitar que descubrieran su total y absoluta ineptitud.
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