Juego de Tronaos: Mendoza

El martes le llegó a Mendoza de golpe y por sorpresa, como una patada en los testículos. Nada más levantarse pudo comprobar cómo las acciones de la empresa habían perdido dos puntos, aquello ya le irritó bastante. Pero la gota que colmó el vaso fue un mensaje que tenía pendiente por leer. En él Fer le indicaba que los empleados no se habían tomado bien la reducción de vacaciones y supresión de jornada de verano, y que a primera hora tenían que hablar ya que podría suponer un problema.

Eran pasadas las nueve de la mañana, el mensaje lo había enviado Fer a eso de las ocho. A las ocho todo el mundo debía estar en su puesto en la oficina, exceptuando a Mendoza y otros jefazos, los cuales tenían otro horario, básicamente aquél que les saliese de las pelotas.

Para mayor desgracia de Mendoza, cuando fue a orinar, se dio cuenta de que se le había vuelto a reproducir aquel feo y molesto herpes genital. “Vaya puta mierda de día me espera”, pensó y casi sin tiempo para sacudírsela salió de casa directo a las oficinas, no sin antes despedirse fugazmente de Ricky, el único ser que realmente le aguantaba.

Dejó tras de sí a aquel bulldog con manchas blancas en ambos ojos y que parecía más un panda que un perro, y llego a la oficina corriendo hacia su despacho, como si allí mismo estuviese sucediendo algo importante. La verdad es que la oficina estaba tranquila y los empleados con caras largas y el ánimo por los suelos. Nada más entrar en su despacho, su perrito faldero Fer, apareció por la puerta.

 -Podemos hablar un minu…

 -Que sea rapidito, hoy no tengo un buen día – “y menos para aguantar gilipolleces tuyas o de los putos vagos de los empleados que contrataste para mí” pensó Mendoza, pero se ahorró decirlo, ya tenía suficiente fama de cretino.

– Ayer me reuní con los chicos, salvo José y Lorena, el resto se ha mostrado molesto con las medidas tomadas. No les ha gustado nada. – Dijo Fer mientras se rascaba el tabique nasal.

-¿Y? – A Mendoza le traían sin cuidado los gustos o molestias de aquellos trabajadores. Él quería sacar el proyecto a toda costa, en tiempo, y con el máximo beneficio posible. Era lo principal, lo único que importaba.

-Pues que creo que se está formando una pequeña “rebelión en la granja” – Dijo Fer riéndose sonoramente. Pero su gesto cambió bruscamente y paró de golpe cuando vió que Mendoza le miraba sin mover un sólo músculo de la cara. Su broma no había surtido efecto, al contrario, parecía irritar más a Mendo.

-¿Que rebelión ni que hostias? – Mendoza alzó la voz – No me toques los cojones Fer, tenemos que entregar esto ya mismo y tú sabes lo importante que es. – Un furioso Mendoza le señaló con su índice.

-Ya pero tal vez si les diéramos un poco de …-

-¿Darles qué?, ¿Más vacaciones?, ¿más horas libres?,¿Más dinero?,¿Más derechos laborales?…- Mendoza estalló de pronto – NO, NO, NO, NO, NO Y JODER MIL VECES  NO – Dijo a grito limpio mientras golpeaba la mesa con cada “NO”. Fer casi rompe a reír, aquella escena le recordó a la de la película el Hundimiento, Hitler golpeando la mesa al grito de “nein nein nein”. Pero en lugar de reír miró a través del cristal del despacho de Mendoza. Aquellos gritos habían llamado la atención, todo el equipo del proyecto miraba hacia el despacho y murmuraban entre ellos.

-Por favor, Mendoza cálmese, mire la gente….se van a dar cuenta – Suplicó Fer, el cual pensaba que a primera hora no le quedaba nada en los intestinos y en ese momento se dio cuenta de cuán equivocado estaba. Le urgía salir de allí directo al baño.

-Que me calme dices.. – Mendoza se pasó la mano por el grasiento cabello. Tenía la mandíbula desencajada.

-Yo me encargaré de ésto, se lo prometo – Fer no sabía qué otra cosa decir. Lo único que sabia es que debía ir al inodoro lo antes posible o habría una gran catástrofe en su ropa interior.

-ja!…me río de tus promesas de mmmierda- Mendoza mascó esta última palabra que salió lenta y perezosa de su boca.

-Además esta semana viene el chico nuevo que hemos contratado, eso nos ayudará a rebajar tiempos de entrega. Su currículum es genial, ese tal Benjamín Bruno debe ser un crack – Fer intentaba relajar el ambiente.

-Que te quede claro de una puta vez… ni más vacaciones, ni más horas, ni más nada. El proyecto va a salir por pelotas sí o sí. Quieran o no quieran.

-Claro, ¿pero y si se niegan a acatar la reducción de jornada?.

-Entonces….rodarán cabezas, incluída la tuya si hace falta. – Sentenció Mendoza y Fer casi se caga encima.

-Lo arreglaremos….mi deber era informarle. Daré “High priority” a este tema-

-Pues ya me has informado, vuelve a tu trabajo que para eso te pago un dineral…imagino que tendrás mucho que hacer.

Fer salió de su despacho directo a los lavabos, iba pálido y frío como un bloque de mármol en Siberia. Mendoza no iba a tolerar más gilipolleces. Ni a sus empleados ni a Fer. “Estoy hasta los huevos de esta panda de vagos” pensaba una y otra vez.

Estaba dispuesto a todo. Si tenía que despedir empleados lo haría.  Mientras se rascaba disimuladamente los picores producidos por el herpes genital pensó en tomar medidas desde ya. Descolgó el teléfono y llamó a la central de Recursos Humanos.

-Buenos días Señor Mendoza, ¿en qué podemos ayudarle?-

-Quiero informes de todos los empleados del “proyecto estrella”, incluídas nóminas, antigüedades, informes de valoraciones de rrhh, y el cálculo de una posible liquidación a fecha del próximo día uno, quiero informes para cada uno de los trabajadores. Ordenamos de más barato de liquidar a más caro. ¿Queda claro?

-Sí, por supuesto, como desee Mendoza, a final del día tendrá el informe en su mesa.

-Gracias.

-Que pase usted un buen…-

Mendoza colgó sin dejar acabar la frase y sonrió ligeramente. Se levantó y miró a través de la ventana de su despacho. Allí estaban aquellos pardillos, aquellos putos vagos de “mmmierda“. Se pensaban que podían hacer algo contra él, se pensaban que podían joder sus planes, sus proyectos, la empresa que tanto amaba. “Ilusos….pobres idiotas, aquí mando yo, joder” pensó Mendoza y comenzó a reír mientras observaba a su empleados trabajar.

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