Su vida dependía de la valía para aparentar no ser una incompetente, así como de esa habilidad innata que tiene mucha gente para hacer que otros hagan su trabajo, o conseguir que terceras personas se lleven la culpa de sus errores. Lorena era una especiaLISTA en este sentido.
El viernes tocaba nueva entrega. Había redactado unos cuantos documentos word y un par de excel con colorines, todo muy profesional (incluso insertando el logo de la empresa en los documentos). Tras este arduo trabajo que le llevó apenas una hora, se dedicó (el resto de su jornada, unas 7 horas restantes) a repetir todo lo que había currado y lo difícil que era, con un tono suficientemente elevado para que lo oyesen Fer y Mendoza, demostrando así lo ocupada, cansada, preocupada e implicada que estaba en el proyecto.
Mientras, el resto de programadores tiraban líneas de código calladitos y sin rechistar.
A primera hora Marcelo había empaquetado una versión para la entrega del viernes. Avisó que no estaba todo, y había un par de funcionalidades “capadas” porque no estaban bien desarrolladas ni terminadas. Lorena le miró extrañada: “¿qué coño significará capadas?” pensó.
– Necesito hacer un documento de complementación que nos pide el cliente, podrías ayudarme cinco minutos – La vieja táctica de los cinco minutos. El Santo Grial de los incompetentes. Cinco minutos en los que otro hará el trabajo por ti o sabrá aquéllo que debería saber Lorena y por lo que le pagaban.
– Quiero repasar los Script de creación del nuevo modelo de tablas, asegurarme de las Foreign keys, los Triggers asociados, Secuencias, Index y ver si toda la integridad referencial del nuevo módulo cumple con los requerimientos. – Lorena aún estaba procesando “Foreign keys”,”Triggers”, “integridad referencial”, ¿qué mierdas era esto último, una marca de pan de integral tal vez?
– Son sólo cinco minutos de nada – Insistió Lore.
– Bueno vale, vamos
Una vez en el sitio de Lorena ésta abrió el documento de entrega de la segunda fase y fue al apartado de descripción de la entrega. La parte técnica estaba ya completada por Marcelo y Álvaro. La parte Funcional tenía solamente escrito “La funcionalidad será la carga y creación del nuevo módulo de facturas” creado y editado por ella misma hacía una semana.
– ¿Y qué necesitas?
– Bueno dime, qué has hecho, pero dímelo con palabras que yo entienda ¿vale?, en cristiano. – Lorena se mostraba alegre, juguetona más bien. Como si aquello fuese así de fácil.
– ¿Eso no deberías hacerlo tú?, de hecho ya debería estar completado – Lorena palideció. Sus miedos a que la dejasen al descubierto se agolparon de pronto en su pecho y este comenzó a latir aceleradamente.
– Sí sí, si el documento lo hago yo, pero necesito que me des un pie de entrada ¿vale? – Un pie y todo el cuerpo pensó Marcelo.
– Pues hemos creado un nuevo módulo de facturacion…(bla bla bla) – Marcelo fue explicando paso a paso lo que hacía la aplicación, informes que lanzaba, opciones de menú, y cómo funcionaba todo lo implementado en las nuevas pantallas.
Tras más de media hora hablando y Lorena redactando, ésta añadió un punto final y dijo:
– Genial, ya está, ahora necesito que crees unos links cada vez que menciono una pantalla o proceso en el documento, y añadas una imagen de guía para el usuario. – Los “cinco minutos” no sólo iba a ser media hora con Lorena, sino que además el programador debería añadir links, hacer pantallazos y añadir las imágenes.
– Pero Lorena, tengo que hacer mi parte final antes de la entrega, esa revisión supuestamente deberías hacerla tú…
– Ya pero esto tiene más prioridad – La prioridad, por supuesto. Bonita palabra.
– Sabes que si no reviso la integridad referencial puede haber errores en la instalación y demás. Si quieres que haga tu documento en vez de mi trabajo mándamelo por escrito, por favor.
– Vamos a ver Marcelo, va a tener al final razón Fer….todo lo quieres por escrito. Esa manera dificulta mucho trabajar contigo.
– Sólo necesito que me digas con qué me pongo nada más, pónmelo en un mail.
– Te lo digo ahora, ponte con el documento y ya si da tiempo revisas tus cosas y acuérdate también de actualizar el Excel que subí al directorio compartido vale.
– ¿Sales en dos horas al cliente, crees sinceramente que da tiempo a todo?…deberíamos centrarnos en que por lo menos funcione la parte que ve el cliente, las pantallas.
– Sí, da tiempo y de sobra, es poca cosa, así que date prisa – Y yo mientras dos horitas libres pensó Lorena.
– Pero mándamelo al correo, por favor, ¿vale?.
Marcelo volvió a su sitio enfurruñado. Lorena estaba contenta, iba a salir airosa nuevamente, Marcelo le había redactado su documento, se lo iba a maquear, revisar los Scripts, los Test y actualizar su Excel inventado, a parte por supuesto de hacer su trabajo, que para eso le pagaban. Era una gran profesional en el fondo, sabía sacar el mejor partido a “los recursos” del proyecto. Redactó un correo indicando prioridades y tareas, y se lo mandó solamente a Marcelo.
“Malpaaaaaríiioo, gonoooorreeea, hijueputa” como diría un traficante de Colombia. Marcelo contestó al correo de Lorena con un “gracias, como quieras”. Pero adjuntó al correo otras direcciones. Básicamente la de todos los jefazos del proyecto. Bien jugado Marcelo.
A los pocos minutos de contestar, dos jefes respondieron.
“Marcelo por favor, céntrate en preparar el código y toda la parte técnica de la entrega. Lorena por tu parte intenta tener la documentación, los test de estrés para las pruebas unitarias y actualiza los Excel de pruebas. Por favor daos prisa en terminar todo, en un par de horas esto tiene que presentarse en el cliente”.
“Marcelo, tú la parte técnica solamente, Lorena encárgate de los funcionales y demás documentación”.
Lorena sintió que un calor sofocante le subía por el cuello. ¿Qué era eso de los “test de estrés para pruebas urinarias?” Sonaba a prueba médica, y le entraron ganas de orinar de pronto, hasta que leyó mejor “unitarias” y entonces le quedó claro que no sabía qué era aquello, “¿Tenía que unir test o algo así?”. Y tenía que hacer todo el trabajo que le había mandado a Marcelo, en dos horas. De pronto no parecía tan “poca cosa” como le había asegurado a Marcelo. Y no sabía ni cómo, ni por dónde empezar. Y sólo tenía dos horas. Dos putas horas o todo acabaría como sus anteriores trabajos (no pasaba de los seis meses hasta que descubren su ineptitud).
Estaba jodida, muy jodida. Miró a Fer con una súplica de ayuda en sus ojos, él también había leído los correos. Fer la miró de reojo, se rascó la nariz y simuló que le llamaban al móvil para salir fuera, seguramente al inodoro.
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