Juego de Tronaos: Fer

Llegó antes que ningún día a la oficina. Al entrar todo estaba oscuro, así que se apresuró a encender la luz. Sorprendentemente no se hacía de vientre como era normal a esas horas, y tampoco le picaba su ancha y ya dada de sí nariz. La sorpresa vino cuando vio en el fondo de la sala a Lorena. ¿Qué hacía allí sola a estas horas?.

Fer se acercó y sin saber por qué le puso una mano sobre su hombro. Lorena se levantó y le miró con ojos felinos. Fer iba a balbucear algo pero en ese preciso instante Lorena le besó apasionadamente. Fer se quedó descolocado, era lo que siempre había deseado.

Lorena empezó a desabrocharle la camisa, mientras él, torpemente comenzó a manosearle los pechos…y de pronto el pitido del despertador sobresaltó al pobre Fer, que se aferraba con ambas manos a la almohada.

Recordó entonces de golpe lo sucedido el viernes. Lorena la había cagado. La instalación no se pudo completar, y encima la pobre se puso de los nervios y monto “un pollo” a varios programadores, especialmente a Marcelo. Acto seguido, varios jefes (incluído el jefe supremo Mendoza) le habían sugerido a Fer despedir a Lorena, básicamente le habían insinuado que era una puta inútil, pero Fer en un movimiento trileriense había dicho que “Lorena haría mejores funciones si la dejaban sólo al cargo de test y no haciendo funcionales y ayudando a programadores, eso le restaba operatividad, así no podía trabajar bien ocupándose de los chicos, éstos la mareaban demasiado, y que debía diversificar menos su tarea y centrarla sólo en un área”. O algo así. Ya no recordaba su verborrea. Sea como fuere le había salvado el culo a Lorena.

Eso sí, los jefes le azotaron a él también, el proyecto estaba en un punto crítico. Fer salió agobiado de aquella reunión, pero contento por haber salvado el culo, el suyo y el de Lorena.

Por contra, un regusto amargo le había quedado en la boca. Toda la mierda había caído sobre Marcelo. Parte de Fer sintió lástima, aquel chaval era un brasas y un pesado sindicalista, siempre con los derechos laborales y pidiendo todo por escrito. Pero el curro había recaído en sus hombros y sabía que había hecho cuanto podía. Aquello tampoco era justo para él, pero la mierda caía en cascada, y debajo de todos ellos estaba Marcelo.

Fer sacudió la cabeza para despejarse y se fue al baño. Se dio prisa en arreglarse y partir hacia la empresa. El viernes fue un desastre, y la entrega quedó pospuesta para el martes, no sin la respectiva penalización económica que el cliente aseguró aplicaría en el pago final por tal atraso.

Cuando Fer entró en la oficina todos fueron malas caras. El ambiente estaba cargado, el equipo se rompía, los ánimos estaban por los suelos y la gente empezaba a quemarse ya con aquella mierda de proyecto. Fer sabía que en el fondo todo estaba mal planificado y los puestos no técnicos masificados, ellos (los programadores) no tenían la culpa, pero su trabajo era hacer que aquello funcionase. Fer no quería pensar mucho en todo ésto, en el fondo si se paraba a reflexionar, sentía cierto repelús a cómo funcionaba aquel mundo laboral.

Era martes, el día “D”, y  todo estaba en juego. El lunes anterior quedó con Benjamin Bruno, él sería el elegido para intentar llevar a cabo esta vez la instalación. Ni Lorena ni Marcelo ni Álvaro irían a rematar la instalación fallida del viernes anterior. Decidió meter aire fresco al cliente, nueva cara, nuevo chico, que no hiciese recordar la cagada de hacía unos días.

A las diez de la mañana Benjamin partiría para el cliente. Así que Fer, tras tomarse un café con Lorena (consolarla y ayudarla por lo del viernes) se fue hacia Benjamin para compadrear y dar ánimos también al joven programador.

-¿Cómo vas Ben, nervioso? – Fer intentó reír pero le salió una mueca extraña en su ya deforme rostro.

-Ya le dije, si no le importa, prefiero Benjamin – Menudo finolis pensó Fer.

-Sí sí, lo siento, Benjamin…como te decía…¿todo controlado verdad? – Los intestinos de Fer rugieron inesperadamente.

-Sí, llevo toda la mañana repasando y recopilando, está todo creo yo.

-Muy bien, ¿seguro que va todo bien?, ¿No tendremos problemas? – Fer recordó a Mendoza diciéndole: “una cagada más y estás en la puta calle y me aseguraré personalmente de que no vuelvas a trabajar más en este sector”. El ritmo cardíaco de Fer se aceleró de golpe. Comenzó a sudar.

-Eso espero, funcionar funciona todo…

No podemos permitirnos más descuidos como los del viernes, así que con cualquier cosa nos llamas. – Fer le puso la mano en el hombro.

-Por cierto, ahora a las nueve y media tomo un taxi para ir al cliente. ¿Lo paga la empresa verdad? –

Benjamin que no hacía mucho se había unido al grupo de programadores, había visto cómo los jefazos y jefecillos usaban taxis de aquí a allá, incluso Lorena el viernes había usado taxi varias veces, y siempre pasaban la factura a la empresa. Esto era lo normal, pero él por si acaso y por educación preguntó a Fer.

Estoooo…no no, la empresa no paga taxis. –

A Fer se le iluminó la bombilla. Debido a la penalización por el retraso en la entrega Mendoza le amenazó que ese dinero debía rentabilizarlo por otra parte, así que improvisó y se le ocurrió que, qué mejor manera que hacer que los programadores se pagaran su propio taxi y así se ahorraba algo en facturas.

-Pero si todo el mundo usa taxi y pasa la factura a la empresa…no entiendo.

-Bueno, eso era antes. La empresa no te cubre el taxi. – Sentenció Fer.

-Está bien.

Fer volvió a su sitio y mientras hurgaba su nariz pensó en que era un puto genio. Acababa de ahorrar veinte euros a la empresa, y por supuesto ahora cada vez que un gorrilla informático (programador o cualquier otro cargo menor) necesitara un taxi le diría lo mismo. “Que se lo paguen ellos” pensó.

Algo después de las nueve pudo ver cómo Benjamin se dirigía hacia la salida. Fer le despidió con una sonrisa y agitando la mano. Todo iba a salir bien, el viernes aunque fue una cagada se había adelantado parte de la instalación, no iba a ser muy complicado. O eso creía Fer.

A las diez y media recibió una llamada del cliente.

¿Dónde está tu chico Fer?, le estamos esperando desde las diez. ¿Recuerdas que habíamos quedado a esa hora verdad?

-Sí, hace un rato que ha salido para allá, estará a punto de llegar, ahora le llamo.

Apagado o fuera de cobertura. Maldita sea. ¿Dónde cojones se había metido Ben?, o Benjamin o como quiera que demonios quisiera que le llamaran. De pronto el recto de fer pareció ser una autopista de flatulencias, y comenzó a andar por la oficina mientras volvía a llamar una y otra vez. Fue a la ventana, a su sitio, volvió a la ventana, giró sobre sí mismo, se rascó la nariz, volvió a la ventana, fue a un extremo, al otro, y siempre la misma contestación a la llamada: “apagado o fuera de cobertura”.

Le dieron ganas de gritar y estallar, y su corazón parecía latir más fuerte. Salió fuera al pasillo, respiró y notó cómo su corazón se tranquilizaba un poco, y volvió a llamar. Esta vez daba tono.

-¿Dónde cojones andas?, el cliente te espera. – Rugió furioso Fer que noto cómo el corazón volvía a palpitar con fuerza.

-Acabo de salir del metro, voy a coger ahora el cercanías. – A Fer casi le da un infarto y se caga encima. Se puso colorado y las venas de su cuello se hincharon.

-El cliente está a más de veinte kilómetros de distancia, ¿qué cojones haces en metro y cercanías? – Fer gritaba, estaba a punto de explotar. Las venas de su cuello se marcaban como tuberías a punto de estallar.

-Me dijiste que no me pagabais el taxi….así que voy en transporte público.

¿Pero qué?…¡haberte pagado tú el taxi, joder! Esto es importante. – La respiración de Fer se iba acelerando.

-¿Pagarme yo el taxi? Eso es gasto de la empresa, si no me lo paga yo no me lo voy a pagar, y tampoco me puedes obligar a que lo pague.

-Mira – Fer tomó aire, intentando tranquilizarse – me voy a ahorrar cualquier cosa que te pueda llamar. Coge un taxi ahora mismo y ve al cliente cagando hostias.

-¿Pero lo paga la empresa?

-Sí hostias sí, cógelo rápido. – Chilló Fer fuera de sí.

-¿Me puedes mandar un mail por escrito y me pones que el taxi lo paga la empresa?

Fer se tambaleó. Sintió un pinchazo agudo en el brazo derecho, y acto seguido una presión axfisiante en el corazón, incluso llegó a tener que agarrarse el pectoral. Estaba a punto de sufrir un infarto.

-Por…por escrito…hijo…de….por….por escrito….grandísim…- A Fer le costaba respirar, el cliente esperando y estos hijos de perra con derechos laborales y mierdas, todo por no pagar un puto taxi.

-Sí, mándamelo en un momento, lo leo y voy y vuelvo en taxi, porque a la vuelta me tendré que coger otro. – Fer comenzó a sentir la boca pastosa y náuseas. Decidió dejarlo y correr al baño a vomitar.

-Sí sí, ahora te mando el correo

Tras desabrocharse la camisa, vomitar, lavarse la cara y respirar profundamente un minuto, mando el correo a Benjamin.

 El resumen es que llegó al cliente casi a las doce. Benjamin no se movió hasta que no recibió el correo, y cuando le llegó tuvo que buscar un taxi, y no estaba en una zona muy concurrida, la verdad. Más el tráfico, retenciones y demás, al final se retrasó casi dos horas.

No sé si a ti ésto te parece serio – Comentaba Nacho, un jefecillo del cliente que llamó a Fer cuando llegó por fin Benjamin.

-Lo lamento, han surgido problemas…os pido disculpas, seguro que hoy lo entregamos todo – Fer volvió a sentir una presión en las sienes y un dolor incipiente en el pecho.

-Mira Fer, te voy a ser sincero. Vamos a reportarle una queja a Mendoza, a tu superior. Ésto no nos parece serio, encima el chico que has traído nos está contando una milonga de que no queríais pagarle el taxi o no sé qué. – El rostro de Fer se arrugó como un paño, un pinchazo atravesó su tórax.

-Me parece bien – Fer se asfixiaba-  discúlpame por…por favor- Iba colgar para salir al baño a vomitar nuevamente.

-¿Me cuelgas? …esto es el colmo…¡vaya desfachatez! – Una arcada sobrevino a  Fer que casi vomita allí mismo. Se estaba mareando.

-Necesito salir, no me encuentro bien – El cuello de Fer se agarrotó, y su mandíbula se tensó tanto que casi no podía articular palabra.

-Vale, hablamos, pero daremos reporte a Mendoza de este desastre que estás dirigiendo. Esto es una puta mierda.

Valeaei…..ae.. ale… ale– Masculló Fer con la mandíbula tensa cómo un candado.

Fue tambaleándose al baño, pálido y con la cara contraída, mientras la gente de la oficina le preguntaba si le ocurría algo. Su estado era lamentable. Él sólo veía a gente borrosa que le tendía la mano para ayudarle a salir. Iba dando tumbos. No veia bien, y los sonidos le llegaban amortiguados, como si el mundo se ocultase tras una vidriera opaca.

Una vez en el inodoro sentado, y después de evacuar, el corazón de Fer no aguantó más y sufrió un desmayo cayendo de bruces frente al inodoro, quedando allí tendido, con el pantalón y los gallumbos a la altura de los tobillos al más puro estilo Twin Lannister.

PD.Quiero agradecer a una persona anónima (prefiere conservar su clandestinidad) su colaboración a la hora de ayudarme a corregir y mejorar estos post. Muchas gracias!

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