Cierra el pico y baila

Siempre ando liado hablando de derechos laborales, de conciencia social, intentando remarcar lo importante que es conocer tus derechos y libertades y sobre todo lo importante que es no dejarse coaccionar ni explotar (como mínimo alzar la voz y que sepan que aunque tragues, conoces tus putos derechos). Hoy quiero hablar desde otro punto de vista. Quiero hablar de los que no tienen salida. Los que por la vida y sus circunstancias tienen que tragar más de lo que quisieran con toda la mierda que hay en el sector.

Padres de familia en situaciones complicadas, personas que necesitan la nómina acuciantemente, gente que por mucho que sepa que es ilegal trabajar gratis o en ciertas condiciones, no tiene otro remedio que tragar y aceptar miserables sueldos y curros de mierda.

Primero, desde mi punto de vista hay dos tipos de personas, y es muy importante diferenciar entre éstas: está el que curra y se deja explotar a sabiendas y le mola (el típico engañado al que le pone cenar pizza en la “office” a las doce de la noche) y el que lo hace pero sabe que está haciendo mal, que no debería y lo detesta. ¿Qué quiero decir con esto?, que hay gente a la que le da igual y desconoce sus derechos (y ni le interesan, ni se plantea nada),  y otra que a pesar de saber todo esto no puede hacer nada para evitarlo.(O puede, pero le pesan más los miedos y represalias).

Lo segundo, y hablando sólo de esa gente que sabe que le explotan y oprimen laboralmente y aún así no le queda más remedio que aceptar amargamente las imposiciones de este mercado laboral. Ellos no tienen la culpa de su situación laboral, los verdaderos miserables aquí son los empresarios, multinacionales, cárnicas y gobiernos que permiten un mundo laboral con casos así. Los que fomentan y aplauden esta jungla sin ley. Contratos de mierda, horarios espeluznantes, horas extra gratis no remuneradas, despidos sucios, mobbing y jefes tarados, y pocas garantías laborales de volver a encontrar otro trabajo (aunque sea igual de horroroso).

Lo tercero: siempre lo diré, esta gente merece mis respetos porque a pesar de aguantar toda esa mierda sonríen de buena mañana, y por lo menos saben de qué va el juego, no son unos putos engañados. Eso ya es un punto, creedme. Pero siempre, siempre, les diré que hay salida. Si tu curro es una porquería, si tu jefe te explota, si no te pagan las extras, ni las guardias, no hay aumentos de sueldo, tu contrato lo renuevan de tres meses en tres meses, sufres mobbing laboral y todas estas canalladas, recordad que siempre hay salida. No dejéis de buscar y no tengáis miedo a un cambio laboral.

No hay que dejar de quejarse, exigir mejoras, y si el trabajo es una mierda, seguid buscando como podáis. En mi sector (Informática TIC) soy más directo: cárnicas hay a patadas y no hay que tener miedo a cambiar de trabajo, a alzar la voz si es injusto, no pasar por el aro,  incluso a denunciar si llegase el caso. No estáis obligados a tolerar toda esa mierda, y a día de hoy, supuestamente hay una legislación que os debería proteger (y sindicatos para ayudaros y dar la cara por vosotros), lo que pasa que esa legislación (y la mayoría de sindicatos) son la putita de la CEOE y el gobierno de turno, y se la pasan por la piedra día sí y día también. La única solución para mejorar es la queja, es la voluntad de cada uno, la protesta, e intentar no tragar con toda esa mierda.

Sé que muchos diréis: “Ojalá, lo pintas muy fácil, pero no puedo hacer nada yo solo, sólo soy uno”. Y lo entiendo, he conocido casos: Rubén, casado y con dos hijos. Vive de alquiler en un barrio chungo, su mujer en paro desde hace más de tres años. Los niños en edad escolar con un gasto bastante alto. Para colmo, ayuda a sus padres a llegar a final de mes ya que tienen problemas económicos. Los mil cuatrocientos euros que gana es todo lo que ingresan. Hay que pagar la casa, la luz, el agua, teléfono, colegios, ropa, comida, facturas, gasolina, ayudar a sus padres….Cuando llega el jefe y le dice, “el sábado te quiero ver en la oficina, hay que terminar esto. Te quiero ver allí sin excusas”, Rubén sabe que su contrato es de lunes a viernes y por 40 horas semanales. También sabe que está por obra y servicio y le renuevan cada seis meses (lleva así más de cuatro años, a pesar de que la ley indica que si pasan de los 3 años por obra y servicio están obligados a contratarle indefinido).

Rubén sabe o imagina que si se niega, alegando la ilegalidad de esto (y que no es su obligación ni tiene porqué hacerlo) es probable que le despidan o no renueven. Se imagina entonces que haría sin esos mil y pico euros ¿cómo iba a vivir?. El jefe de Rubén sabe que no suele rechistar cuando le toca salir a las diez de la noche, o ir un sábado a trabajar, o cuando pasan los años y no tiene ni una subida (aunque por ley las marque el convenio de la empresa). Le tiene secuestrado laboralmente, aprovechándose de su mala situación.

Rubén podría ser un engañado, de los que piensan “el mundo es así, hay que currar,  qué se va a hacer, no se puede cambiar, las cosas funcionan así y no hay que darle vueltas, ahora me voy a ver el hormiguero y olvidarme un rato de la mierda de vida y sociedad en la que estoy incrustado”. No. Rubén es del segundo tipo, sabe que se están aprovechando de él, sabe que tiene unos derechos laborales, y que su jefe y la multinacional se los pasan por el forro (facturan millones de euros y no le dan ni las gracias, ni tan siquiera un pequeño beneficio de todas esas ganancias), sabe también que los gobiernos no van a mover ni una sola coma de ningún sitio para ayudarle, o ya no para ayudarle, sino para protegerlo ante estas agresiones. No es un engañado, pero no le queda otro remedio.

Para gente como Rubén escribo hoy. Entiendo que no todo el mundo puede protestar, o sentarse delante de un jefe (como he hecho yo repetidas veces) y decirle: no voy a trabajar gratis, o no voy a hacer horas porque son voluntarias, o esa jornada de verano no me la puedes quitar y mañana a mi hora me voy (y luego irme), o esas horas de reconocimiento medico no las recupero por es ilegal. Sin miedo a lo que pueda pasar.

Cada día muchos se plantan, se quejan, pierden el miedo y dicen “¡qué coño, estoy hasta harto ya, de hoy no pasa, si me tengo que buscar otra cosa me la busco!”. Otros miles son como Rubén, el miedo a las represalias (¡manda cojones! represalias empresariales por cumplir con la legalidad en un país “desarrollado”) el miedo al desempleo, a no poder sustentar a su familia, hacen que traguen con lo que sea.

Gente como Rubén está controlada, atada con correa por el gobierno y empresas. Se ha precarizado no sólo la situación laboral, sino la no laboral. Es decir, la cuantía por prestación de desempleo ha sido reducida, el tiempo máximo de desempleo que te dura la cuantía también, han recortado las ayudas, los cursos a parados y las compensaciones por despido. Han subido el nivel de vida, aumentando los precios de todo. Esto genera aún más miedo a quedarse sin empleo, sabiendo que lo vas a tener más jodido en todos los aspectos. Es puro terrorismo, gente que vive aterrorizada y tiene que agachar la cabeza. Terrorismo empresarial y terrorismo estatal aterrorizando al currante. Curra, baila y da gracias.

A pesar de todo, siempre les animaría a decir basta. Ya que la explotación laboral es un círculo vicioso, una orgía de despotismo empresarial que no tiene fin. Siempre hay una salida, siempre se podrá buscar otro trabajo. Nunca pretenderé que nadie haga nada, el cambio debe empezar por uno mismo, sólo somos peones. Peón a peón. El verdadero cambio llegará cuando esos peones, todos digan basta, se acabó trabajar gratis, currar fuera de mi horario o que violen mis convenios laborales.

Mientras, esperando que algún día llegue este momento, algunos mientras podamos lucharemos, gritaremos y pelearemos por cada puta hora extra que curremos. Cuando alguien pelea por un derecho laboral o que se cumpla parte de su convenio, no sólo lucha o se queja por él, lo hace por todos, porque son temas transversales que afectan a todos los trabajadores. Otros las currarán felices y se llevarán el portátil a casa para currar el finde convencidos de que es “su obligación” y son “hombres de empresa”. Y por último están los que como Rubén, víctimas de ese terrorismo patronal y gubernamental tienen que seguir el juego a esta calaña.  Esa calaña, esa gentuza. Ellos son el verdadero problema, su falta de moral y escrúpulos, y sus ansias de poder y beneficios a costa del terror infundido a los trabajadores.

Noam Chomsky (minuto 22:30): Manteniendo inseguros a los trabajadores los tienes bajo control. De este modo no van a exigir salarios decentes, ni condiciones laborales decentes ni tampoco el derecho a la libre asociación. A los dueños de la humanidad esto les va bien, sacan sus beneficios.

 

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