La mala costumbre de enfermar

Hablábamos hace poco del Empresario de Schrödinger. El que parece que genera empleo pero no lo destruye, aunque ya vimos que genera, destruye y encima enmierda todo.

Hoy vamos a hablar de una de esas características del buen empresario españistaní, y una de las malas costumbres del currante: caer enfermo.

El buen empresario, trilero, emprendedor o multinacional oye la palabra “baja” y le entran los siete males. Están deseando quitarnos ese derecho, o recortar o hacer algo para poder seguir con su orgía de beneficios a toda cosa. Que la enfermedad (desgracia ajena) no sea un impedimento para poder maniobrar a su antojo y seguir forrándose.

De momento, aunque parezca mentira, los trabajadores tenemos derecho a tener días de baja, a caer enfermos o accidentados, y que nos guarden el puesto de trabajo, cobrar nuestra nómina y que nos respeten laboralmente.

En la práctica esto no siempre se consigue. Hace tiempo estaba en una empresa cutre, de las muchas cárnicas que existen. Un compañero allá por mayo se partió la pierna. Una putada, y muy jodido para el chaval. ¿Qué pasó después?: la empresa empatizó con la situación, le ayudó, animó y trató bien al empleado…..evidentemente, no (¿qué esperabais? estamos en Españistán).
Lo que vino entonces fueron: operaciones, reposos, rehabilitación y unos cuantos meses de baja.

Al poco de su vuelta (con muletas incluidas), ya casi a final de año, este compañero dijo: “me pido los días de vacaciones que me quedan antes de que acabe el año”. El gerente y empresario enloqueció. “¡Qué desfachatez! ¿Cómo que te pides vacaciones?, ¡hace un mes que has vuelto y ya has estado de vacaciones! Ya no te quedan días de vacaciones, no puedes irte, ya has estado varios meses fuera, no te quedan vacaciones”.

La verdad es que a pesar de los deseos empresariales esto no va así. Las bajas según la ley son para recuperarse y reposar, no días de vacaciones para disfrute personal; de hecho, no son lo mismo en ningún caso. Los días de vacaciones tampoco te los pueden quitar, porque son tuyos a pesar de que hayas estado de baja. La cosa es que el trilero de turno intentó por todos los medios que aquel currante no pillase sus legítimas vacaciones (intentó engañar, reuniones gestapo, presiones, broncas, más carga de curro de lo normal, malas miradas…). Al final el empleado se mantuvo firme. Pilló sus vacaciones, disfrutó de ellas y a la vuelta se encontró la carta de despido.

¡BUM! un empresario generando trabajo…¡ah no!, perdón, lo está destruyendo alegremente.

Es un caso más de los muchos que he conocido, chicas que están de baja y vuelven y al día siguiente las despiden, bajas por maternidad que a la vuelta les sorprenden con una bonita carta de baja, mandarte trabajo a casa estando de baja, llamarte continuamente durante tu baja amenazando con que hay mucho curro y preguntando que cuando vas a volver, o lo que es más sangrante e ilegal: despedirte directamente estando de baja.

Ante todo esto, que es sólo una parte del juego, en el que el empresario lucha por vulnerar derechos y saltarlos, y el trabajador por retenerlos y defenderlos.

La solución pasa por una pequeña propuesta, muy simple: crear en el estatuto general de los trabajadores un artículo, punto o anexo con el siguiente texto: el empresario debe mantener en nómina al menos 90 días a los empleados recién incorporados de baja. De no ser así la sanción económica será tres veces el sueldo del empleado. (Por supuesto si despiden estando de baja la sanción debe ser mucho más ejemplar y de inmediata obligatoriedad que se reincorpore al empleado, y lo que es más importante, luchar desde el gobierno por que esto se cumpla).

¿Qué logramos con esto de los noventa días? Que no te vayas de baja con miedo y sin garantías. Temiendo que a la vuelta te vayan a despedir, y a la par conseguir que el empleado cuando vuelva tengas al menos un periodo de tiempo para demostrar que vuelve a tope, que puede rendir y que sigue siendo buen currante.

Claro, aquí vienen ahora los neoliberales: “no puedes hacer esto porque las empresas no harían lo otro”, “esa ley es absurda porque estás loco, no tienes ni idea, porque la macroeconomía y el índice de cancamusa en porcentajes superiores no se acoplará al índice del pito del sereno” y su puta palabrería de siempre.

La cosa es: ¿por qué los gobiernos no regulan esto? Es fácil. Hay que penalizar y perseguir a las empresas que hacen esto, que despiden estando de baja, que no permiten la baja y el reposo de los trabajadores enfermos. Que te llaman estando de baja: “¿cuándo vas a volver?, ya llevas mucho”, que te esperan en la puerta el día de tu reincorporación para despedirte sin dejarte pisar la oficina y sin dejarte demostrar que has regresado al cien por cien.

Pero no, una vez más el empresario de Schrödinger acuerda otras medidas con el gobierno, mueve otros hilos y tiene impunidad para hacer todo esto (destruir empleo, explotar y enmierdar todo lo que quiera). Un pequeño fleco más de este asqueroso mundo laboral que tenemos en el país. Donde si la cosa sigue así, en unos años no tendremos el derecho ni a enfermar, romperte o una pierna, o tener un desafortunado resbalón.

Caminamos sin rumbo hacia un modelo como el de Bangladesh, faltas un día y al día siguiente te despido, sin nada, sin justificación, sin indemnización, sin explicación, sin ayudas y porque sí. Luego las mentes brillantes del neoliberalismo y adoradores de Milton Friedman nos venderán que ese es el único camino para ser competentes y que nos beneficia a todos. Libertad de mercado, que las empresas hagan lo que quieran. Auténticos criminales y terroristas económicos sueltos sin control.

Como siempre sólo los más idiotas se tragarán esta treta. De momento, todo el sistema te escupe a la cara el mismo grito: no tengas la mala costumbre de enfermar, puto loser.

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