Libertad Condicional

Llega el fin de semana y tenemos libertad condicional 48 horas, sin tener que venir a fichar al trabajo, libertad para ir a ver a nuestros familiares, dormir algo más, descansar e intentar hacer algo distinto en un fin de semana que cada vez se me hace más fugaz. Somos cual preso que sale un fin de semana con permiso; el preso con permiso tiene que ir a la cárcel a dormir las ocho horas,  y nosotros tenemos que ir a trabajar unas ocho horas. Ambos por suerte tenemos libertad condicional los fines de semana, solo que unos somos unos currantes y otros unos criminales. Aunque a veces a ojos de los gobiernos ambos parezcamos lo mismo.

Definitivamente la esclavitud no se abolió, se redujo a cuarenta horas semanales y sobre todo nos aliviaron la sensación de esclavos con ciertos bienes de consumo y comodidades. Yo no sé vosotros, pero yo he tenido jornadas de esas de trabajar de “Sol a Sol” de entrar a trabajar de noche y salir de trabajar de noche, no ver la luz del día. Decidme si eso no es ser un neoesclavo, y más si miras el triste salario que apenas de para vivir.

Preguntaos si realmente estáis donde queréis estar. Queréis estar ahí sentados en frente de un pc haciendo cosas que realmente no os importan un pito, mirando proyectos que ni os van ni os vienen, que si no os pagasen por ello no os importaría una mierda, haciendo un trabajo que realmente comenzáis a odiar y os amarga varias horas al día. Dicen que eres libre, que vivimos en una sociedad libre, con muchas libertades, en libre mercado y que hay que dar gracias,  pero paraos a pensar. ¿Si fueses libre irías todos los días a trabajar, o sería el último sitio del mundo donde te apetecería estar?

Yo creo que si sois mentalmente estables habréis coincidido conmigo en la segunda opción. Los que pensáis “pues yo si iría a trabajar,  por ejemplo si me tocase la lotería seguiría trabajando, algo hay que hacer, hay que trabajar”, os digo dos cosas; primero hacéroslo mirar por que no es sano pensar así, y segundo; ojala nunca os toque la puta lotería y suban la edad de jubilación a ochenta años para que no te aburras y te hartes de trabajar.

El problema de todo esto es la falsa idea de que somos libres, y lo condicionado de nuestro pensamiento y mentalidad. Tenemos tan metido a fuego el “hay que trabajar” que ya casi forma parte de nuestro ADN, tanto que se lleguen a oír cosas como las que comentaba; “si me toca el euro millón yo seguiría trabajando”, autenticas aberraciones, afirmaciones que me hacen replantearme en qué momento nos metieron ese chip imaginario en el cerebro que hace que seamos seres sumisos.

Nos movemos en sociedades que parecen rebaños de ovejas, donde si te sales un poco del rebaño el perro pastor viene a ladrarte. Donde si piensas algo diferente a la masa, te tacharan de oveja negra. Somos seres sociales, desde la prehistoria siempre hemos sentido como seres humanos la necesidad de ser aprobados y admitidos en un grupo social, por integración, por ser parte de algo. Es un instinto primitivo de supervivencia, permanecer en un grupo, cuanto más grande mejor, mas posibilidades de sobrevivir, un instinto que se ha mantenido hasta el día de hoy.

Hay gente que no entiende una vida sin trabajar, sin consumir, sin ser parte de este gran circo. Luego están las personas que cuando el viernes salen por la puerta del trabajo, oyen en su cabeza la sirena de una prisión imaginaria y los barrotes de metal de la celda abriéndose de par en par.

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