Fabula de las Ratas y las Hormigas

¿Os conocéis la fabula de las Ratas y Hormigas?, ¿no os suena verdad?, bueno eso es porque no existe y me la voy a inventar para explicar cómo funciona un despacho de oficina cualquiera, donde hay Ratas (por supuesto trajeadas) y donde hay hormiguitas obreras, que curran a destajo, malpagadas y sometidas a una presión grandísima. Donde las ratas se llevan todo el beneficio de ese esfuerzo y a las hormiguitas les caen las migajas, los marrones y las culpas de todo aquello que salga mal, ya sea su responsabilidad o no.

Pues vamos allá!

Había una vez un mundo lleno de Ratas, y millones de hormiguitas. En una madriguera (oficina pomposa y acristalada, tope cool con office y maquinitas de café). Una Rata que era muy despreciable haba firmado un contrato (de dudosa legalidad pero…)  muy bueno para con otras ratas, y necesitaba entregarlo en fecha para poder recoger todos los beneficios millonarios que tenia firmados. Para ello acordó con otras “ratas cliente” que cien hormigas harían el trabajo, luego en verdad en la madriguera solo había cuatro hormigas, las cuales hacían todo el trabajo laboriosamente y sin quejarse mucho (eran hormigas loser).

De pronto una de las “ratas cliente” a mitad del desarrollo del trabajo se dio cuenta que quería incluir mas mierdas y muchas más cositas en el trabajo final. Las “ratas jefe de proyecto” dijeron, “bueno no hay problema tenemos a mas de cien hormigas trabajando y podrán añadir todo lo que nos pides y mas”. Las hormigas trabajadoras se vieron pues sometidas a una brutal carga de trabajo. Una carga fruto de la mala planificación de las “ratas cliente” y las “ratas jefe de proyecto/ funcionales” y sobre todo, el no saber gestionar y decir que no de las “ratas jefe de proyecto” a los cambios de las “ratas clientes” que no estaban acordados. Con lo cual toda esa carga de trabajo va a las pobres hormigas, las cuales, no solo pagan esos errores (que no son suyos) sino que además pagan la avaricia de las ratas que en vez de contar con cien hormigas cuentan solo con cuatro. Aun así la responsabilidad y el compromiso de todo ese trabajazo cae sobre los hombros de las cuatro hormiguitas, las cuales ni pinchan ni cortan, pero eso si, se comen el marrón. Tampoco protestan mucho, son hormigas muy liberales (el mismísimo Milton Friedman estaría orgulloso de ellas).

Cuando parecía que todo y a pesar de todo el proyecto podía estar entregado en fecha (gracias a las horas extra gratis de las hormigas), y que las “ratas jefe de proyecto”, y la empresa ratuna se llevase una fortuna (vaya pareado me ha quedado) por el trabajo, esfuerzo y sacrificio de esas cuatro hormigas, entonces pasa algo inesperado…. La rata engañada, que es la “rata analista funcional topeguay ” que tiene un máster en roer pelotas ajenas, se da cuenta de que la ha cagado. Hizo mal el análisis, donde había que hacer cuatro cosas, ahora resulta que se ha dado cuenta que no, que son treinta y dos, y que encima las cuatro hechas que hay están mal, ya que se pensaron con los estándares de su antiguo y erróneo análisis y no cumplen con el nuevo.

Otra vez mas, el peso de todo este rollo cae sobre las cuatro hormiguitas, que ya no son cuatro, ahora son tres porque una de ellas se fue a otro sitio mejor, donde le pagaban más y se le valoraba mejor (creo que era Inglaterra o Alemania, un  sitio donde también existen ratas pero no son tan capullas ni casposas). La cosa es que las hormiguitas tenían un nuevo marrón encima, que no era por su culpa y del cual no eran responsables. Pero eso si, las “ratas jefes” les dejan bien claro que el esfuerzo por salir adelante lo tienen que hacer ellas ya que “para algo os pagamos desgraciadas” les gritan las “ratas propietarias de la empresa” a las pobres hormiguitas. Aun así, por más que las hormigas lo intentaron no llegaron a entregar en fecha. Era imposible.

La “rata analista funciona topeguay”, que era muy lista se reunión con las “ratas jefes” y les explico que no se había llegado en fecha por que las hormigas eran vagas, perezosas y un poco ineptas. Aprovechando también para resaltar su gran análisis y su implicación en el proyecto (a pesar de ser de las primeras ratas que abandonaban la madriguera a la hora de salir y de las que más tarde entraba a la hora de la llegada). Una buena rata jamas admite sus errores, y siempre encuentra una hormiguita a la que culpar.

Las “ratas jefe” como eran idiotas se creyeron el cuento de que la culpa de todo era de las hormigas, así que deciden ajustarle las cuentas a estas, no subirles salario, tratarlas como una mierda y de las tres hormigas que quedaban despiden a una, para que las otras dos tomen nota, “si no curráis bien os vais a la calle idiotas” decía la rata jefa en una ratareunion Gestapo.

Al final el proyecto ratuno se alargo algo mas, pero gracias nuevamente a que las hormigas tragaron y tragaron, y trabajaron y trabajaron (gratis) se consiguió entregar todo lo que se había pedido y reestructurado. Las ratas brindaron con cava, se repartieron beneficios, cheques regalo, coches de empresa, subidas salariales y halagos entre ellos (halagos que hacían que sus penes ratunos se pusieran erectos de auto complacencia).

Las hormigas que habían tragado con un curro que no era responsabilidad suya, habían trabajado más de lo acordado, gratis, sometidas a presión, ninguneadas y siendo tratadas peor que la mierda, acabaron exhaustas. Una de las hormigas estuvo varios años de baja por motivos psicológicos (secuelas de trabajar con ratas y en proyectos así) y la hormiguita que quedaba que era una hormiguita engañada y loser pensaba que la iban a ascender a rata, pero no. La despidieron y mandaron “a la puta calle” palabras textuales de la “rata dueña de la empresa”.

Así que esta es la historia de las ratas y hormigas. Una historia muy “made in spain”, que se produce a diario y que se ha producido cientos, miles de veces en este precioso y glorioso país.

¿Podréis sacar moraleja a la historia? Otro día os cuento el cuento de cómo las hormiguitas se comen a la rata.

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