¿Quieres ser millonario?

A pesar de que todos nacimos pobres y moriremos más o menos igual de pobres, vivimos en un sistema que nos hace creer que vamos a ser millonarios, que “algo pasara” en algún momento, y que daremos un pelotazo y seremos la repera. Hoy quiero analizar este gran logro del sistema y hacer una pequeña reflexión, de cómo en base a esto, gran parte de la clase trabajadora ha perdido la perspectiva de dónde coño están.

Y el logro no es otro que la esperanza, esperanza transformada en zanahoria. Lo primero aclarar que el término pobre, no estoy hablando de alguien que vive en la calle, en la indulgencia y mendicidad. Hablamos de gente que necesita dar media vida y tiempo a trabajar para ganar un sueldo, que en la mayoría de los casos apenas cubre necesidades básicas; hogar, poner la calefacción, vestir, vehículo, pagar facturas, comer varias veces al día. Es decir; trabajo dependientes.

Toda esta inmensa masa de gente que tiene que pegarse un madrugón, aguantar entre ocho y doce horas al día un trabajo, y llevarse a final de mes un ajustado salario, todos, absolutamente todos, piensan que eso no va a ser así para siempre. 

Las cosas son así, no se puede hacer nada…ya cambiará o mejorará…

Murmuran algunos. Pero trabajar treinta y tantos años o cuarenta hasta los sesenta y muchos, es algo que parece asumido ya. ¿Pero realmente nos paramos a pensar en ello?. Más que pensar en todos los años de madrugones, trabajo, y horas y horas sentado frente a un monitor haciendo cosas que no son nuestras ni para nosotros, solemos pensar en que eso no va a ser así siempre, solemos pensar que “cambiará o mejorará”. Y mientras, se nos va la vida entre diversos engañados trazados finamente con tiralíneas.

Se nos va ese viaje a tal y tal sitio que siempre quisimos hacer (veinte días de vacaciones al año no dan para dar la vuelta al mundo), se nos va aquel curso de pintura que tanto nos apasionaba y queríamos hacer “algún día”, se nos va  aprender a tocar ese instrumento que siempre nos llamo la atención, se nos va escribir aquel libro que siempre barruntabamos en nuestra mente.

Se nos va entre madrugones, cansancio, desgana y horas invertidas en ganar un sueldo que nos permita ir tirando día a día. La desidia se apodera poco a poco de todo.

¿Podemos algún día tener un chaletazo con piscina, un deportivo, un yate?. Ya de lo digo yo: NO.

Cuando la gente habla de “si me tocase el euro millón, me compro esto y aquello y lo otro, y viviría así y asa”. Yo sinceramente no quiero ser millonario (como diría Obi-wan: “se suponía que los destruirás, no que te unirías a ellos”), simplemente me conformo con no tener que trabajar para nadie en contra de mi voluntad.

¿Somos libres?

“Tu eres libre” murmura algún loser a otro loser cuando se sienta un lunes a las ocho en su puesto de trabajo. Se sienta tras haberse levantado hace una hora y media, con un sueño brutal y tras desayunar rápido, comerse una hora de atasco (o transporte público) , consigue llegar sin ningún tipo de ganas de nada a su puesto de trabajo.

“Estas ahí por que quieres, nadie de ha obligado ni puesto una pistola en la cabeza para que vayas día si y día también ahí”, Insiste el puto loser: “eres libre”.  Entonces comienzas a darte cuenta que estas ahí sometido, a cambio de un salario ajustado a fin de mes y haciendo un trabajo que realmente te importa un pimiento. Que si por ti fuese, ahí no ibas a estar. Seguramente estarías mejor en tu casa durmiendo y recuperando sueño perdido, o en ese viaje que siempre quisiste hacer, o aprendiendo a tocar la guitarra que siempre veías en el escaparate, pintando el cuadro que siempre tenías en mente, o escribiendo sin parar en hojas en blanco aquella historia que siempre quisiste narrar.

Nadie está en el curro por que quiere, sino en contra de su voluntad, rehén de su rutina, la que se convierte en un lento suicidio diario. Preso de un bucle tortuoso que se repite sin piedad cinco días a la semana, mes tras mes y año tras año. Madrugón tras madrugón, con frió o calor, y siempre con sueño, la misma historia de la jornada laboral se repetirá miles de veces hasta que un día (si llega) deje paso a la jubilación.

Jubilación que llega tras haberse extraído toda batería de la pila, tras haberse exprimido una vida entera. Una brillante veta de oro, explotada hasta ser reducida a nada. Un recurso explotado que sirvió durante años para enriquecer a terceros (haciéndote pensar que algún día serías uno de ellos)  y dejándote a ti, lo mas básico para sobrevivir al día a día del ámbito de la monotonía.

Luego; la tele, los medios, la educación, el sistema en su totalidad y complejidad te arroja la misma mierda a la cara, te pregunta muy bajito, muy suave, susurrando, vertiendo en tu oído dulces palabras: “Mira, mira aquellos que cantidad de dinero, que pisos tan grandes,  que coches tan bonitos, que lujos, que fiestas, que vida, que yates, que cantidad de posesiones y dinero…¿Tu no lo quieres?, sigue trabajando, si trabajas duro lo podrás tener algún día ¿O que pasa, que no quieres ser millonario?”

 

Resultado de imagen de burro y zanahoria

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