Juego de Tronaos

Esto que os traigo hoy es una historia verídica, casi punto por punto. En un anterior curro, empecé a escribir una serie de relatos (era algo en plan juego de tronos, un capítulo por personaje, y en ese curro había muchos personajes) y este es uno de los primeros capitulos. Trata la historia de Fer, un gerente mentecato. Si os gusta, ya otro día os pongo los siguientes capítulos.

FER

El fin de semana había sido más que interesante, viernes de copas con los empleados, sábado y domingo con su esposa e hijos. Pero sin duda el mejor día fue el viernes, el viernes pasado: al salir de la oficina bajó al bar donde paraban sus empleados, avanzó por el local entre gente, pinchos y botellines y al fondo en un par de mesas estaba toda la gente del proyecto, su gente. Allí encontró también a Lorena, la cual le dedicó una sonrisa cómplice.

Aún no había pasado nada entre ellos, pero Fer tenía la vana esperanza de algún día meterse entre sus pantalones, que fuese su particular affaire extramatrimonial. Fer rondaba los cincuenta y muchos, y a sus ojos Lorena de apenas treinta y cinco años, casada y con dos hijos,  era un suculento manjar. Sentado en el puesto de trabajo, recordó esa tarde del viernes en la que se tomó unas cuantas cervezas e intentó congeniar algo más con Lorena, que también hay que decirlo, se dejaba querer. Pero eso fue el viernes, hoy ya era lunes y  Fer sólo pedía que fuese una semana más sin problemas.

Él no sabía que en la oficina todos pensaban que él era un viejo verde, y que Lorena se dejaba querer únicamente por intereses laborales. Parecía algo lógico que todos veían menos Fer. Sin darse cuenta Fer comenzó a fantasear con la escena sucedida el viernes pasado: él tomaba a Lorena de la mano, corrían fuera del establecimiento y se perdían con el coche en un frondoso camino. Me ahorraré los detalles de lo que imaginó a continuación.

Sin darse cuenta, Fer se hurgaba la nariz, era una especie de manía, un tic, que era prácticamente incontrolable y sólo le pasaba cuando daba rienda suelta a su fantasía o estaba nervioso. Su excavación hacia el cerebro a través de la nariz acabó de golpe cuando vió entrar por la puerta a Mendoza, el jefe, dueño y señor de la multinacional.

Recuperó como pudo la compostura y soltó un “buenos días” con una sonrisa afable en sus labios. Mendoza el Rey, el mandamás, el absoluto Dios de Explota Consultin SL. Fer no era especialmente guapo, ni listo, ni tan siquiera tenía conocimientos de muchas cosas. A decir verdad no sabía de casi nada. Había llegado a donde había llegado gracias a su labia y a saber qué culos lamer en cada momento idóneo. Mendoza era uno de esos culos.

Mientras Fer hacía que trabajaba mirando Excels y projects por encima (cosa que sucedía el 99% de su jornada laboral) intentaba agudizar la oreja. Mendoza mantenía lo que parecía ser una importante conversación telefónica, a través de las finas láminas de cristal de su despacho se podían filtran frases subidas de tono. Seguramente hablaba con otros jefazos y accionistas. Fer se temía verse involucrado también, fuese lo que fuese lo que irritaba a Mendoza.

Al momento, el bueno de Fer empezó a sentir cierta irritación en el ano. Era otra de sus características, cuando no sabía qué se le venía encima, cuando no sabía qué hacer y sus nervios se agarrotaban, siempre le entraban unas irremediables ganas de cagar. “La mierda llama a la mierda” pensaba, y estaba en lo cierto, siempre que le iba a caer mierda no podía evitar pensar en el inodoro.

Las sospechas de Fer se confirmaron pronto: tras colgar el teléfono, Mendoza salió de su despacho bastante aireado.

         -Fer por favor, pasa. – Dijo sin más y se dio media vuelta entrando de nuevo al despacho.

Fer se levantó despacio, temía no poder contener las ganas de defecar. Por un momento maldijo no haber ido al baño.

         – Siéntate por favor – indicó Mendoza

         – Espero buenas noticias  – Dijo con una risotada postiza Fer mientras se frotaba las manos

         – Pues no lo son –  Contestó tajante Mendoza sin mirar tan siquiera a Fer

         – No fastidies, pues yo que pensaba tener un lunes tran…-

         – Cállate y escucha, no hace falta que me hables como a uno de tus empleados – Interrumpió Mendoza a Fer. La cara de éste fue un poema. Carraspeo y puso semblante de seriedad. Su ano en esos momentos era un donnete a punto de soltar chocolate a presión.

         – Lo primero es la actitud de tus empleados –  Comenzó Mendoza – Les veo levantarse demasiado al baño, ¿a qué se dedican? Aquí venimos a trabajar no a orinar. Lo segundo, les veo muy risueños, hablan bastante entre ellos y a veces se ponen dos o tres juntos en un mismo ordenador.¿Qué clase de patanes has contratado?…¿necesitan tres personas juntas para obtener resultados? –

         – Entiendo que si se juntan será para aclarar sus ideas… – Intentó capear Fer

         –  ¿Qué ideas? Trabajar, picar código, esto es una consultoría. Así no vamos a ninguna parte. Esa es otra, ¡¡¡los empleados se van a casa a las 17:30!!! ¡¿Cómo es posible tal desfachatez?!

         –  Es su hora de salida….

         – No puede ser…tienen que estar más, es muy bonito irse a disfrutar de la tarde, al parque o a donde quiera que vayan,  pero aquí tenemos un cliente al que contentar y un proyecto por el que obtener los máximos beneficios. No venimos aquí ni a hacer amigos, ni a hablar con gente, ni a perder el tiempo de camino al baño entre idas y venidas.

         – Ya, pero…-

         – No he acabado, he visto algunos trabajadores muy muy relajados, se levantan antes de irse, se remangan las mangas, beben agua cada dos por tres, hablan entre ellos. ¿¡Cómo pueden perder tiempo entre ellos así!? Este es un proyecto que exige resultados – Mendoza comenzaba a irritarse.

         – Hablaré con ellos – Fer no quería discutir más. Entendía el cubo de mierda que le estaban dando y a quién arrojarlo.

         – Si hay que hacer horas se hacen, esto es una consultoría, señores. Si hay que quedarse noches en vela se quedarán y si hay que pasar sábados y domingos encerrados aquí, se pasarán.

         – ¿Y esas horas?, ¿se les compensarán de alguna …?-

         – ¿Compensar? – Mendoza alzó la voz volviendo a interrumpir a Fer – No me hagas reír, ya les estamos pagando una nómina, y eso es más que suficiente. Aquí se viene a trabajar, olvídate de idioteces de compensar y esas mierdas sindicalistas, ¿vale?.

         – Ok, les trasmitiré tu mensaje en un feedback – Dijo Fer.

         – Déjate de Feedback y gilipolleces, quiero resultados. Presionales si hace falta. Haz lo que tengas que hacer, pero este es mi proyecto estrella, es pieza clave, necesitamos gente dispuesta a todo –“dispuesta a dejarse explotar” pensó Fer, pero se ahorró cualquier posible comentario.

         – Cambiemos de tema – Sugirió Mendoza mientras se rascaba su barba – seré directo: la jornada de verano que se olviden de ella. Esto tiene que salir adelante, y los estatutos de la empresa contemplan la eliminación de la jornada de verano.

         – Eso no va a sentar bien entre los empleados –  Intervino Fer.

         – Me da exactamente igual cómo les siente, son mis asalariados y la decisión está tomada conjuntamente con Ben (el otro accionista mayoritario). No habrá jornada, asegúrate de dejárselo claro. – Sentencio Mendoza mientras señalaba con el dedo a Fer

         – Ok, tomo nota. – Fer trago saliva.

         – Toma nota también …- Mendoza suspiró – de que como mucho podrán tener diez días de vacaciones, y deja bien claro que esos días son demasiados. Yo no les daría ni uno, pero Ben va de madre de la caridad y ha dicho que por dos semanas no perdemos nada.

         – Ya pedí la previsión de vacaciones como me indicaste y algunos tienen más días aprobados ya– Le recordó Fer.

         – Muy bien, pues hoy les dices diez días. Me da igual cómo se pongan, esto es un proyecto y esto es una empresa…a mí no me importa nada más…sólo el beneficio, es mi visión del negocio la que quiero que entendais tú y todos los empleados. Para mí venir aquí no es un trabajo, es un negocio, yo vendo proyectos y espero máximo beneficio. Aquí venimos a hacer dinero, a forrarnos. No me importa nada si alguien quiere más días de vacaciones, se quiere ir a su casa a su hora o quiera tener jornada de verano; aquí el que manda es el dinero, es el cliente, ¡¡¡maldita sea!!!  ¡¡Y tu misión es que ellos lo entiendan!! – Mendoza estaba colorado, parecía enfadado con el mundo. Por lo que Fer sabía el proyecto no iba como esperaban. Sabía que si perdían el cliente, o modificaban plazos, sería un fracaso, sería menos dinero. Pero Fer se daba cuenta que no solo se trataba de dinero, sino del propio ego de Mendoza.

         – Déjalo en mis manos, hablaré con todos.

Tras media hora de reunión Fer sacó dos cosas en claro: Mendoza era una persona excesivamente sibarita (lo que vulgarmente también podríamos llamar un gilipollas) y que la mierda le había llegado por otro lado. Mendoza había tomado la decisión de suprimir la jornada de verano y restringir las vacaciones de los empleados, a la par, iban a presionar y reventar a horas extra “gratis” a todos sus empleados. Era labor de Fer, el jefe de proyecto, gestionar estos temas de la mejor manera posible, es decir; hacer que sus empleados tragaran, se bajasen los pantalones y encima diesen las gracias.

Cuando Fer volvió a su sitio casi toda la plantilla ya estaba sentada en sus ordenadores, ajenos a la desgracia que les iba a caer encima. En otros tiempos y otros trabajos la gente aceptaba cualquier imposición suya: horas extra gratis, guardias nocturnas gratis, sin subidas de sueldo durante años, sin vacaciones durante todo el año…etc. Añoraba encontrarse con trabajadores sumisos. Pero aquel grupo de gente que le había tocado gestionar se mostraba irascible y peleón ante las medidas de la directiva. No era culpa de Fer, pero era su labor gestionarlo.

Comenzó a programar una reunión con todo el equipo, y a trazar en su mente cómo afrontaría las malas noticias. Sin querer volvía a estar hurgándose la nariz. Estaba nervioso, sabía que su labia no funcionaba con todo el mundo, y en este trabajo había encontrado gente que era inmune a su única habilidad. Realmente no sabía mucho, pero sabía desenvolverse en reuniones, sabía mentir, engañar y tergiversar…pero esta vez le iba a costar lo suyo.

Mientras divagaba y se volvía a hurgar una vez más su nariz, recordó el caso de un empleado…Marcelo. Ya estaban avisados de no tomar muchas vacaciones en verano, pero Marcelo había hecho oídos sordos y había pedido demasiados días libres, debería ir a hablar con él.

Fer levantó la mirada por encima del monitor y vio a Marcelo haciendo sus labores, tecleando frenéticamente y mirando la pantalla con semblante serio. Se levantó, anduvo hacia delante, hacia atrás…inquieto, se movió a la derecha, a la izquierda, fue a la ventana, se asomó, volvió a su sitio y entre medias se hurgó la nariz varias veces. Estaba angustiado, su ano volvía a parecer un tapón a punto de estallar. Malditos nervios, pensó Fer.

Tomó aire, se hurgó por última vez la nariz y fue directo a por Marcelo.

Conoce Explota Consulting S.A

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