Reunión Agujero Negro o Gargantúa

Hace mucho tiempo que escribí sobre un tipo de reuniones bastante frecuente en carnicolandia y el mundo de oficina: las reuniones Gestapo. Hoy quiero traeros otro tipo de reunión, también bastante habitual. Seguro que todos los que trabajáis en oficinas habéis podido disfrutar de alguna de estas reuniones: las Reuniones Agujero Negro o Reuniones Gargantúa.

¿Qué son las reuniones Gargantúa?

Esas reuniones largas, espesas, pesadas, pegajosas, que absorben la luz como un agujero negro. Reuniones que se pierden en detalles no funcionales, chascarrillos, chistes, idioteces, egos, trileros con MBA demostrando sus inútiles conocimientos y que acaban tirando por los cerros de Úbeda. Reuniones en las que tras horas y horas de palabrería vacía se llega a ninguna conclusión.

Todo empieza bien, la gente se junta para discutir algo concreto, o un listado de puntos definido, da igual. La concentración es buena, los cerebros están frescos, las ideas claras, hay ánimos, ganas de hacer algo positivo. ¿Qué queremos?¿Qué necesitamos?¿Cómo lo hacemos?…las trazas de la reunión parecen definidas.

Todo va bien, se exponen problemas, soluciones y opiniones…pero de pronto aparece el agujero negro.

Alguien (normalmente un trilero que no se está enterando muy bien de qué va el tema) empieza a decir algo que no viene a cuento, o algo que hizo hace dos años, o algo que le suena parecido. Otro se suma a sus divagaciones. De pronto están soltando unas chapas infumables y que poco tienen que ver con la reunión. Se desvían.

Cuando te quieres dar cuenta has sido absorbido por el agujero negro. Tu atención y ánimo se van al garete, desconectas y dejan de interesarte una puta mierda las divagaciones de los iluminados y sus aportaciones basadas en sus máster en vender cancamusa rosa.

A veces estas divagaciones degeneran en autocomplacencia y orgía de egos. Puede resultar hasta peligroso si en la misma reunión hay dos idiotas megalómanos.

Cuando parece que la reunión va a terminar aparece alguien y nombra a un antiguo compañero, todos empiezan a lanzar chascarrillos, otro resulta que es de su mismo pueblo y conoce a su prima que va en bicicleta y es influencer. Aparece también otra boca, que se acuerda de otro tema que no iban a tratar pero convendría hablar. Terminan hablando de otro proyecto, en un tema diametralmente opuesto.

La reunión ha degenerado ya. No hay vuelta atrás.

Lo que está claro es que una reunión para definir algo (por ejemplo: ¿usamos 2 pantallas o lo hacemos todo en 1?, ¿Volcamos datos a un FTP o los almacenamos en BD?) puede acabar suponiendo una reestructuración total de la aplicación, o acabar siendo una reunión de dos horas de gilipolleces para dejarlo como estaba.

Por muchos Ipad de empresa, trajes, post-it de colorines y trajes caros, una reunión así no es funcional, ni mejor, por durar tres horas. Al contrario, está demostrado que el mejor rendimiento de las reuniones es cuando éstas son definidas, acotadas y cortas. Vamos, ir al puto grano, directos.

Pero claro, algo tienen que hacer todos esos managers y mastermans para demostrar que valen lo suyo. Y como su único trabajo/habilidad es la charleta y vender humos…pues pasa lo que pasa. Una reunión de diez minutos, deriva en dos horas de verborrea sin sentido. Nadie se entera de nada, no vale para nada y los programadores (o subalternos) salen cansados, sin ánimos y sin tener claro nada. Los trileros en cambio suelen salir contentos, alabando su proactividad, robustez y versatilidad.

Unos vuelven a picar código, o a sus labores pensando: “dos putas horas perdidas para nada”. Otros se van con la visa de empresa a comer un chuletón y celebrar sus dotes de liderazgo.

Unos son absorbidos por Gargantúa, otros son escupidos por la indigestión de ésta.

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